No todos los hermanos tenemos a los mismos padres aunque seamos hijos de los dos

 

Cuando te preguntas ¿Por qué a mí me trataron diferente que a mis hermanos?, la respuesta es: Porque así te tocó.

La respuesta parece cruel y dura, pero asumir lo que sucedió en la infancia con el trato que recibimos de nuestros padres, ya de adultos, tenemos que asumirlo y soltarlo.

La psicóloga Claudia Acevedo, en entrevista con la periodista Soledad Durazo en el Noticiero de Radio Fórmula, platicó sobre la diferenciación de los padres  hacia los hijos que logra marcarlos de manera positiva o negativa.

Cuando le preguntamos a una madre ¿Cómo se llevan sus hijos? es normal que respondan: ¡Bien, como hermanos, peleando todo el tiempo!

En la terapia hay personas muy dolidas porque sus padres tuvieron un hijo preferido, o bien, porque ellos fueron el menos favorito de lo cual quedan las heridas de infancia.

El favoritismo de padres a hijos se muestra en diferentes razones, por ejemplo, el niño más agraciado,  tener cualidades que no tiene el otro, por ser niño o niña, o simplemente cuando te identificas con alguno de ellos. Los niños van identificando la relación de los papás con los hermanos y con ellos mismos comparando y a veces notarse los va marcando.

Haz escuchado personas que dicen:

  • A mi hermano los chuleaban y a mí no
  • A mí siempre me ponían a dieta y a mi hermano no
  • A mí hermano le compraron carro y a mí no
  • A mi hermano le ayudaron para dar el enganche de su casa y a mí nada
  • A mi hermana le cuidan a los niños y a mí no

Acevedo explicó que no todos los hermanos tenemos a los mismos padres, cada uno de los hijos son diferentes y nacen en momentos diferentes en la vida de sus progenitores; por ejemplo, no es lo mismo el hijo que nace cuando la mamá tiene 20 años al hijo que nace cuando la mamá tiene 30. No es lo mismo el hijo que nace cuando los padres están iniciando su patrimonio al que nace cuando ya tienen su propia casa, ni es lo mismo los hijos que nacen en la abundancia económico a los que no.

Cuando el adulto crece y siente una frustración debido al trato que recibió de sus padres, podrá entenderlo cuando analice las condiciones que vivían cuando él (o ella) llegó a la familia. Por lo pronto, sabemos que es normal que con el primer hijo los papás se estrenan y con el menor son más relajados.

Pero también, comentó Acevedo, cada hijo provoca en los padres cosas distintas. Los papás son seres humanos que traen su propia historia y conlleva también a mantener una relación diferenciada. Por ejemplo,  hay madres que hijo barón les proyecta algo que fue importante para ellas, como la relación que ella tuvo con su padre, y eso puede determinar el trato que les brinda a su hijo.

Toman lo que te dan y punto

La psicóloga estableció la importancia de soltar una infancia que quizá nos afectó, porque aunque es verdad que todo niño necesita recibir amor de parte de sus padres, cuando llega a la etapa de adulto se debe trabajar en superarlo.

“Si en la adultez seguimos viendo que le dan a nuestros hermanos que a nosotros no, de entrada se activan necesidades infantiles, pero ya adulto, uno debe fijarte lo que recibe uno de nuestros padres y no comparar, disfrutemos lo que ellos nos dan porque ellos ya no tienen la obligación de darnos nada”, explicó.

Los padres deben admitir que tienen un “hijo favorito”

En su experiencia, cometa Claudia Acevedo, que también los padres por su parte, deben trabajar en dar el primer paso y admitir lo que les provoca cada hijo, y que hay uno con el que se siente más identificado ya sea por razones de carácter, condición, conducta, o por las etapas que viven con ellos.

“Unos padres me platican que tiene un hijo que los desespera, necesita mayor esfuerzo para relacionarse con él… ese es el primer paso porque cuando lo admiten ya pueden trabajar sobre ello” comentó.

Todos los hijos lo saben

Si un hijo te mueve demasiado, para bien o para mal, si un hijo te encanta o sientes que lo rechazas es algo que trae consigo la madre o padre, que en su momento tendrá que trabajarlo con la ayuda de un profesional.

Los hijos no se engañan. El hijo consentido lo sabe, el hijo rechazado también lo sabe.

 

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