El solsticio, patrimonio cultural universal
La cultura es el conjunto de rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social y que abarca, además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias. Además, esta suele ser el centro de los debates contemporáneos sobre la identidad, la cohesión social y el desarrollo de una economía fundada en el saber.
De ahí que, en unas sociedades cada vez más diversificadas, resulte indispensable garantizar una interacción armoniosa y una voluntad de las diferentes culturas por convivir juntas. En este sentido, dicha convivencia constituye el patrimonio común de la humanidad y debe ser reconocida y consolidada en beneficio de las generaciones presentes y futuras.
Consciente de que los solsticios y equinoccios simbolizan la fertilidad de la tierra, los sistemas de producción agrícola y alimentaria, el patrimonio cultural y sus tradiciones milenarias, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció que la celebración de esos eventos es una encarnación de la unidad del patrimonio cultural y las tradiciones de siglos de antigüedad. Es gracias a este tipo de celebraciones que se fortalecen los lazos entre los pueblos sobre la base del respeto mutuo y los ideales de paz y buena vecindad. Por todo ellos, las Naciones Unidas reconocieron el 21 de junio de 2019 como el Día Internacional de la Celebración del Solsticio.
¿Por qué se llama “Sol”?
La palabra solsticio viene de “sol” y y “sistere” (quedarse quieto) ya que el movimiento estacional de la trayectoria diaria del Sol (como se ve desde la Tierra) parece “quedarse quieto” en un límite norte o sur antes de invertir la dirección. Es un evento que ocurre cuando el Sol alcanza su máxima declinación norte o sur en relación con el ecuador. Por lo tanto, hay dos solsticios que ocurren anualmente: uno alrededor del 21 de junio (comúnmente conocido como “Solsticio de verano” por ser el primer día de verano y el día más largo del año) y el 21 de diciembre (comúnmente conocido como “Solsticio de invierno” por ser el primer día de invierno y el día más corto del año).
Por otro lado, un equinoccio, derivado del latín aequinoctium, de aequus (igual) y nox (noche), se considera comúnmente como el instante en que el Sol está situado sobre el ecuador, y esto ocurre dos veces al año: alrededor del 20 de marzo (llamado “Equinoccio de primavera”, ya que marca el comienzo de la primavera en la mayoría de las culturas) y el 23 de septiembre (llamado “Equinoccio de otoño”, ya que marca el comienzo del otoño). Los equinoccios son los únicos momentos en que el terminador solar (el “borde” entre la noche y el día) es perpendicular al ecuador y, por lo tanto, el día y la noche tienen aproximadamente la misma duración.
Los solsticios, junto con los equinoccios, están conectados con las estaciones, las cosechas y el sustento. Por lo tanto, muchas culturas celebran diversas combinaciones de los solsticios, los equinoccios y los puntos medios entre ellos, lo que lleva a que surjan varios días festivos en torno a estos eventos.
Fuente: un.org