¿Tienes la costumbre de decir «sí» a los demás y después lamentarlo amargamente? ¿Te sientes con la obligación de ayudar a los demás y crees que a menudo tienes que dar primero para recibir? Entonces no estás solo. Pero es momento de aprender a establecer límites compasivos.
Muchos de nosotros hemos desarrollado la creencia de que debemos ser amables, agradables o incluso serviciales, reprimiendo nuestros sentimientos y necesidades para reclamar amor o respeto.
Esta percepción, por supuesto, no es correcta y es otra meta imposible de alcanzar. Cuando damos para recibir, a menudo terminamos sintiéndonos enojados y sin establecer límites saludables tanto en nuestra vida personal como profesional.
Se puede definir como tratar cualquier dificultad que surja con compasión y escuchando activamente tu necesidad de ser compasivo tanto contigo mismo como con todas las demás personas involucradas.
Cuando se traspasa un límite, la primera emoción que sentimos a menudo es la ira. La ira sirve para protegernos del peligro y recordarnos que necesitamos redefinir nuestros límites para restaurar la armonía.
¿Cuándo no establecemos límites compasivos?
- Cuando decimos que «sí», cuando en realidad queremos decir no.
- Cuando los problemas de otras personas se convierten en prioridades para nosotros.
- El momento en que descuidamos asuntos importantes que nos causan preocupación en el hogar o el trabajo.
- Cuando sufrimos físicamente porque hay tanta concentración en los estímulos externos que ignoramos nuestras necesidades como el sueño, la meditación, el ejercicio, las vacaciones y en general cuidarnos.
- Cuando toleramos el abuso en nuestras relaciones.
- Si nos disculpamos demasiado y no expresamos lo que realmente sentimos y necesitamos.
La ira en el lugar de trabajo a menudo se desencadena en situaciones sociales, cuando, por ejemplo, un compañero de trabajo no se hace cargo de su parte de un proyecto. O cuando el jefe no reconoce tus esfuerzos.
Una forma más sana de establecer límites y afrontar adversidades
Muchos de nosotros hemos desarrollado reacciones casi automatizadas ante situaciones difíciles. Con el tiempo, cuanto más a menudo uno responde de cierta manera, más fuertes son las neuronas que transportan información hacia y desde el cerebro. Lo que hace cada vez más difícil cambiar la respuesta inmediata cuando percibimos algo como una amenaza.
Sin embargo, una práctica regular de meditación puede ayudarnos a elegir hacer una pausa antes de reaccionar para que tengamos tiempo de explorar todos nuestros sentimientos y necesidades.
Por otro lado, si no nos permitimos experimentar nuestro enojo con amabilidad y aceptación, no podemos establecer límites saludables y esto puede lastimarnos a nosotros y a los demás.
- ¿Qué es lo que queremos proteger?
- ¿Qué necesita ser restaurado?
Estas preguntas son útiles porque nos permiten descubrir y restaurar los límites con compasión por nosotros mismos y por los demás. La ira es un regalo y puede ser capaz de protegernos del peligro. La ira puede ser un poderoso aliado, y de una reacción automática puede convertirse en un motor que llene de valor nuestro corazón.
1. Identifica el momento en que sientes que se ha traspasado un límite.
¿Qué sensaciones corporales emergen en tu cuerpo? ¿En qué parte de tu cuerpo sientes más estímulos? ¿Cómo te sientes?
2. Mantente en cercanía con tus sentimientos
Para permanecer conectado con estos sentimientos complejos, puedes dirigirte a ellos como si fueran una persona, de manera educada y receptiva: «Recuerda, te agradezco que me hayas señalado que no se han respetado mis límites y que me estás cuidando». Puedes repetir esta afirmación una y otra vez para calmarte cuando realmente quieras desahogar tu ira.
3. Identifica qué necesidades están relacionadas con tus emociones.
Cuando te sientas enojad trata de retener este sentimiento, observarlo conscientemente y hacerte la pregunta abiertamente: «¿Qué necesitamos proteger? ¿Qué necesita ser restaurado?»
4. Reconoce cuáles son tus propios límites
Tómate tu tiempo para reconocer cuáles son esos límites que se están traspasando y que te hacen sentir enojado. Puede ser algo relacionado con el trabajo, con tus amigos, o con tu familia.
5. Expresa tus límites en palabras
- Comienza con una declaración positiva (puedes usar los siguientes ejemplos en el trabajo o en casa):
Agradezco todo en lo que has contribuido a nuestro equipo.
Agradezco nuestra amistad y no olvido lo mucho que siempre me cuidas y me apoyas. - Sé directo y específico.
Me gustaría encontrar una forma más efectiva de comunicarme sobre los problemas urgentes que surgen en el trabajo. - Liderar con compasión.
Entiendo que tienes muchos plazos y necesitas soluciones inmediatas. Estoy aquí para ayudarte. Eso es lo que quiero. Si tienes algo urgente, envíeme un correo electrónico al respecto, lo que necesitas y un cronograma de cuándo se debería completar. - Habla con cualquier otra persona involucrada.
Pide la opinión de los demás: “¿Estás contento con eso? ¿Tienes alguna otra sugerencia que funcione mejor para ti?» - No te aferres al resultado.
Puede que no obtengas lo que quieres, pero es importante compartir tu «verdad» con amabilidad. Si no honramos la verdad, nuestros límites continuarán siendo traspasados y no podremos mostrar compasión por nosotros mismos ni por nadie más.
La ira, cuando se canaliza adecuadamente, puede establecer límites saludables sin comprometer los límites de los demás. Esto significa vivir con valentía y compasión, algo que nuestro mundo necesita.