Un estudio publicado en PLOS ONE ha revelado que más del 40% de la población mundial podría seguir creyendo en la brujería. Aunque la prevalencia de estas anticuadas supersticiones varía mucho entre unos países y otros, los investigadores han identificado varios factores culturales, políticos y económicos que parecen fomentar estas creencias.
En el estudio se han analizado las respuestas de más de 140.000 personas de 95 países y territorios. Con los datos obtenidos han elaborado un amplio panorama sobre el estado de las creencias en brujería en el mundo.
El 43 % de los participantes estaba de acuerdo con la afirmación de que “ciertas personas pueden lanzar maldiciones o hechizos que hacen que le ocurran cosas malas a alguien”.
Los investigadores apuntan en su estudio que hay diferencias significativas entre los países estudiados. Así, mientras que solo el 9 % de los suecos dijo considerar creíble la brujería, el 90% de los tunecinos admitió creer en brujas.
“A lo largo de la historia, el propósito más obvio de las creencias en la brujería ha sido proporcionar una explicación definitiva a los acontecimientos desafortunados en la vida de las personas y, por tanto, ayudar a sobrellevarlos”, explican los investigadores, quienes han tratado de comprender el motivo por el que se sigue creyendo en la brujería.
Los autores del estudio piensan que estas creencias están “correlacionadas con la exposición a ciertos choques como la sequía agrícola y el desempleo”. Afirman también que el concepto de brujería ayuda a “mantener el orden y la cohesión en ausencia de mecanismos eficaces de gobernanza” y, por tanto, está “más extendido en países con instituciones débiles”.
Al mismo tiempo, sin embargo, señalan que “estas posibles funciones, o beneficios, tienen probablemente un alto coste de destrucción del tejido social, contribuyendo a la ansiedad y al estancamiento económico”.
Los investigadores creen que la mejor manera de combatir esto es creando instituciones sociales que proporcionen más seguridad a las personas, protegiéndolas de desastres físicos y económicos. De esta manera, se reduciría la necesidad de acudir a las creencias como manera de afrontar los problemas.
Ven insuficiente e incluso contraproducente tratar simplemente de educar a la gente sobre lo irracional que es creer en la brujería. Ponen el ejemplo de cómo, aunque una persona entienda que una enfermedad está causada por la picadura de un mosquito, puede seguir atribuyendo a la brujería la posibilidad de que el mosquito le pique. Tampoco ven en la prohibición una solución.
Referencia: Gershman, B. Witchcraft beliefs around the world: An exploratory analysis. 2022. PLOS ONE. DOI: https://doi.org/10.1371/journal.pone.0276872