La muerte es una palabra a la que no se teme 

Claudia Pérez Atamoros

La muerte es una palabra a la que no se teme

y se la pronuncia con frecuencia y con soltura.

Octavio Paz

 

En México, las locuciones y dichos relativos a la muerte no tienen parangón. De gordos y tragones están llenos los panteones. El muerto al pozo y el vivo al gozo; los muertos al cajón y los vivos al fiestón. No andaba muerto andaba de parranda.

 

Más que irreverencia ante la muerte, el mexicano le rinde un culto especial por donde se le vea y la empata con su realidad. Entredicho. Del Altar de muertos a la Santa Muerte. De las Calaveritas literarias a las de dulce. Del pan de muerto al copal. Del averno a la guasa.

 

En nuestro país los verbos matar y morir adquieren significados distintos, ya lo demostró Lope Blanch.  Mátame porque muero dice la canción. Porque aquí la vida no vale nada. Si me han de matar mañana que me maten de una vez. ¡Caite cadáver! A mi no me espantas ni con el petate del muerto. Muriendo matan pero no pueden ser el muerto y echarse la tierra encima.

 

Claudia Carranza, en su texto “La muerte calaca” consigna una verdad irrefutable, también: “El mexicano no solamente fallece, también « se petatea », « estira la pata », « se lo lleva Pifas » o « cuelga los tenis », no sólo mata : « escabecha » o « da crán » a otros.

 

Los mexicanos festivos hasta el final e irreverentes sinigual, porque bien sabemos que para morir nacemos y que de esta vida nadie sale vivo. Los dichos son como consignas. No hay de qué preocuparse porque matrimonio y mortaja del cielo bajan. Y lo que no mata, fortalece. Dicen también que poco veneno no mata así que ¡asústame panteón!

 

Un léxico alegórico, mortuorio que los mexicanos reconocemos en un santiamén. Le colgaron el muertito. Uno propone, Dios dispone y llega la muerte y todo lo descompone.

 

Tenemos bien claro que los únicos hombres fieles son los fieles difuntos; que el muerto y el arrimado a los tres días apestan; igual que el consorte que a los tres días ya no hay quien lo aguante.

 

Tenemos certezas: el miedo no anda en burro. Sabemos lo que es no tener ni para caerse muerto. Entendemos que cuando el tecolote canta el indio muere. Que la muerte es tan segura que nos da toda una vida de ventaja. Que todo tiene remedio menos la muerte. Que hay a quienes la huesuda les pela los dientes y que sobre el muerto las coronas. Que no es la muerte la que mata sino la mala suerte.

Que amar te mata y que amarte mata. Que amar hasta la muerte no es igual que amar hasta a la muerte…

¿Qué las mujeres juntas, ni muertas ni difuntas? ¡Háganos la muerte el favor! A mi por lo pronto se me antoja una bien muerta.

Y entre dicho y dicho como dijo el payaso en su lecho de muerte… me voy, ¡no les entretengo más!

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