POR LA SALUD DE CARLOS RAVELO, DECANO DEL PERIODISMO MEXICANO
Imaginemos que un día las rotativas no imprimieron los diarios, que las estaciones de radio dedicaran las veinticuatro horas a deleitarnos el oído con música de todo tipo y las televisoras solo programaran películas nacionales y extranjeras, abriendo espacios para lo relacionado con el deporte o a transmitir programas en vivo con artistas reconocidos. Nada de telenovelas, ni noticias políticas como tampoco los dramas policíacos.
De plano eso es un sueño imposible, irrealizable. De ese tamaño son las ocurrencias que nos regalan, de las siete a las nueve de la mañana, de lunes a viernes.
Sin embargo después de esa risible “ideota”, el propósito de mi comentario finsemanero es el de referirme a los imparables ataques presidenciales contra los medios informativos y difamando a periodistas que lo critican. La indiferencia del tabasqueño ante los asesinatos de reporteras y reporteros, origina las protestas de los compañeros en diferentes entidades del país. También reiterar que México está clasificado, a nivel mundial, como un país peligroso para el ejercicio de los periodistas.
De Palacio Nacional brota el odio contra quienes laboramos en los medios informativos, impresos, digitales, hablados y filmados. Los reporteros, los editorialistas, los analistas, los columnistas y los comentaristas que critican al Presidente de México, son de “la prensa fifí”, “chayoteros” y “conservadores”, herederos del neoliberalismo.
Exentos los que se dicen “independientes” y utilizan las redes sociales en defensa de lo indefendible. Además los que tienen lugar fijo en el programa televisivo, “La Mañanera”. El control en las entrevistas de prensa, es absoluto. En Cajeme, Sonora, solo se permitió que un “reportero” hiciera una pregunta al Presidente de México. Lo mismo ocurre en “las mañaneras”.
CAYERON 3 MUJERES Y 8 HOMBRES
Desde siempre sabemos que el ejercicio del oficio o de la profesión periodística, conlleva riesgos peligrosos. La historia de los asesinatos de periodistas no comenzó el 30 de mayo de 1984 con la muerte violenta de mi compadre Manuel Buendía, no ha terminado con el doble asesinato consumado en tierras veracruzanas contra Yessenia Mollinedo Falconi y Sheila Joahanna García Olivera.
Para el inquilino del “modesto departamento”, en Palacio Nacional, los periodistas asesinados son “simples números”. Dicen “van nueve. En el presente año se sabe que han sido muertos violentamente once.
Del 10 de enero al 19 de mayo de 2022, las víctimas son:
José Luis Gamboa Arenas, Alfonso Margarito Martínez Esquivel, María de Lourdes Maldonado López, Heber Fernando López Vásquez, Juan Carlos Muñiz, Armando Linares López, Luis Enrique Ramírez Ramos, Jorge Camero Zazueta y Roberto Toledo. Además de las dos jarochas antes mencionadas.
UNA MAÑANA DE RECUERDOS
Hace unos días, a instancias de mi fraternal amigo y colega Jaime Andrés Arroyo Olín (de la dinastía de Reporteros Gráficos fundada, en el Siglo XX, por don Jaime Adalberto Arroyo Cuesta), un grupo de reporteros se reunió para hacer recuerdos de aquellos días en que apareció el diario vespertino de Novedades, el meridiano Diario de la Tarde, donde solamente estuve medio mes como reportero, porque tenía mi compromiso como Jefe de Información del diario-escuela Zócalo de don Alfredo Kawage Ramia.
Ese diario empezó a circular al medio día del lunes 4 de noviembre de 1958, coincidió con “el destape” del candidato presidencial del PRI, Adolfo López Mateos. La empresa que dirigía Rómulo O*Farrill Jr. encargó el vespertino a un gran equipo. En lo administrativo, Don Fernando Canales. Don Raúl E. Puga, jefe de Redacción y de Información el querido Rodolfo “El Negro” Dorantes. Ahí conocí a la tlalpuljahuense Elvira Vargas, al reconocido Fernando Benítez y al circunspecto Arturo Sotomayor Zalce, como responsables de la edición.
Mi fraternal Rafael Díaz de León y Torres echó raíces en el Diario de la Tarde. Fue uno de los pilares de ese vespertino. Con Rafael me inicié como reportero diarista en noviembre de 1956. Durante más de dos décadas cubrió las “fuentes financieras” y se convirtió en reportero decano de las convenciones de la Asociación Mexicana de Banqueros. Colaboró en la Secretaría de Hacienda, en prensa.
Entre los asistentes al desayuno convocado por Jaime Andrés, en el legendario Café La Habana, en Morelos y Bucarelí, se encontraban: Luis Roberto Botello, Norma Bravo, Salvador “Chava” Estrada, Alejandro Caso Miranda, Miguel Reyes Razo, entre otros. Se extrañó a mis estimadas María Teresa Guerra y Carmen Lira, así como a Alfredo Cortina.
Entre los recuerdos y las anécdotas, Jaime Andrés fue felicitado por el reciente premio que le otorgó el Club Primera Plana, que preside José Luis Uribe. Jaime participó con fotografías relacionadas con la pandemia del COVID 19; gráficas que presentan diversos ángulos de los efectos causados. El certamen fue un abanico abierto para quienes tienen pasión por las actividades periodísticas. El concurso fue titulado como La Primera Feria de la Escritura y la Palabra, a iniciativa del periodista y poeta chiapaneco Mario Luis Altuzar Juárez.
Jaime Andrés pertenece a la dinastía de Reporteros Gráficos que en el Siglo XX fundó el veracruzano, don Jaime Adalberto Arroyo Cuesta. Padre e hijo cuentan con u historial ampliamente laureado y reconocido en el periodismo nacional.
Se recordó a quienes se adelantaron en el camino final, el columnista político José Luis Mejías, autor de “Los Intocables”; Carlos F. Álvarez, Domingo Álvarez Escobar (mi compañero en 1970 en mi primer viaje a Alemania Occidental), Rafael Arenas (hijo de don Diego Arenas Guzmán), Emilio Cárdenas Cruz y mi inolvidable Rafa Díaz de León. Se acordó en esa reunión fraternal preparar un acto de reconocimiento al maestro Rafael E. Puga.
CONCILIAR EN NUESTRO GREMIO
El gremio de los reporteros diaristas, triste y lamentablemente, ha sufrido muchas divisiones. Los motivos son diversos. Habemos lo que simpatizamos con las organizaciones como el Club Primera Plana y el Club de Periodistas de México, a cuyas fundaciones fui invitado. Don Pepe Pérez Moreno, editorialista en La Prensa, reiteradamente me dijo que estaba aceptado como socio del Club. El licenciado Humberto Romero Pérez, creador del Club asentado en Filomeno Mata 8, Centro Histórico, me comunicó que ya estaba inscrito en el Club de Periodistas de México.
En los años sesenta hubo una buena relación entre reporteros, redactores, articulistas, editorialistas, cartonistas (caricaturistas) y fotógrafos (a partir de 1970 o 71 Reporteros Gráficos). En época anterior existió la Asociación Mexicana de Periodistas, dirigida por mi querido Antonio “El Charro” Sáenz de Miera; don Alfredo Ruiz del Río, Héctor Pérez Verduzco, Jaime Pericás y David Cruz Molina, eran el alma de la Asociación Mexicana de Periodistas de Radio y Televisión, la respetable AMPRYT. En el Sindicato Nacional de Redactores recuerdo a dos líderes, ambos reporteros, José Luis Parra, Antonio Ortiz Izquierdo y Enrique Ortiz Fajardo.
Como escribe el Tío Toño, un periodista del Sur de Monterrey y recopilador de efemérides, “México Nos Necesita Unidos a TO2”, lo parafraseo escribiendo que es el momento de que TODOS LOS PERIODISTAS ESTEMOS UNIDOS. Frente las circunstancias que estamos viviendo, cuando se generalizan los ataques, las difamaciones, las acusaciones verbales sin pruebas, es necesario aceptar que si hay libertad de prensa, pero no hay libertad de expresión.
El edificio que por muchos años fue la sede del Club Primera Plana, en comodato, el actual gobierno federal “lo rescató”. No me extraña eso, como tampoco me sorprende que cuando oímos que Joaquín López Dóriga es reconocido como uno de los diez mejores del mundo, en este 2022, en Palacio Nacional se mantenga la campaña en su contra. Lo hacen con editores de revistas. Demostremos unidad y sumémonos a ese reconocimiento.
Está en suspenso el caso del Club Primera Plana. Que si José Luis Uribe ya terminó sus cinco años como presidente y Alejandro Álvarez Manilla es el relevo. La conciliación debe imponerse. Compartir responsabilidades en la dirigencia, puede ser una paso importante. Hay que presentar un frente común a los que hoy siguen pensando que el poder es eterno. Como lo dijo Rafael Loret de Mola, al dirigirse al tabasqueño se le acabará el poder el último día de septiembre de 2024 y nosotros seguiremos siendo periodistas.
NO OLVIDEMOS A CARRANZA
Este sábado 21 de mayo se cumplen 102 años del asesinato del presidente constitucional Venustiano Carranza, llamado Varón de Cuatro Ciénegas. Estudiante del Ateneo de la Fuente, en Saltillo, Coahuila; en la Ciudad de México estudió en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Escuela Nacional de Ingeniería, abandonando la carrera por una enfermedad en sus ojos.
Don Venustiano fue uno de los 15 hijos del matrimonio formado por el coronel Jesús Carranza Neira y la ama de casa, María de Jesús de la Garza. Venustiano fue presidente municipal de Cuatro Ciénegas, donde su padre, propietario de muchas extensiones de tierra, lo fue varias veces.
En plena juventud, Venustiano ingresó a la política. Diputado local y federal, senador y gobernador. Maderista y autor de la caída del usurpador Victoriano Huerta. Más adelante, apoyado en el Plan de Guadalupe, Jefe del Primer Ejército Constitucionalista y Encargado del Poder Ejecutivo, concluyendo tres años como presidente constitucional.
Estaba en desarrollo la sucesión presidencial en 1920. Carranza deseaba que un civil gobernara. Álvaro Obregón se opuso y con apoyo en el Plan de Agua Prieta lanzó su candidatura para presidente de 1920 a 1924. El general Jesús Guajardo encabezó a los soldados que en Tlaxcalaltongo, Puebla, acribillaron a Carranza que iba rumbo al Puerto de Veracruz.
Estos datos biográficos los agradezco a mi amigo y colega José Antonio Aspiros Villagómez, quien los transmitió vía Internet.