Un parque, una esperanza y una decepción.

Denisse Cebreros W.

La familia Torres al visitar el Parque Metropolitano intentó llegar antes del amanecer para lograr evadir el intenso calor que se puede sentir durante el día. “Tenemos poco de que venimos a andar en bici para hacer ejercicio. Se ve que todavía le falta, está muy descuidado.” expresó María Torres.

Hermosillo, es una ciudad que se distingue por sus espectaculares atardeceres y la calidez de su gente; es la capital del estado de Sonora, al norte de México y frontera con Estados Unidos; su mar se une al desierto, y al igual que ocurre en ciudades como Marruecos, cercanas al Sahara, o algunas de Túnez, el termómetro alcanza  los 50 grados centígrados y no es raro que los supere.

Para una familia como Los Torres, un espacio como el que se prometió, sería un oasis. En 2015 cuando Manuel Ignacio Acosta buscaba ser el alcalde de Hermosillo prometió construir un mega parque nunca antes visto en el estado. Sería 25 veces más grande que La Sauceda, otro espacio que en su momento en esta ciudad capital, resolvió una parte de la necesidad de lugares de esparcimiento pero que hoy está en el abandono total. El metropolitano prometido tendría también agua, arboles, pista para correr, campos de béisbol, de fútbol soccer y americano, área para campismo y espacios para senderismo porque “Todos queremos un espacio digno” defendía su propuesta el candidato.

En una revisión a los contratos publicados en la página de tuobra.hermosillo.gob.mx se encontró que de 350 millones previstos inicialmente, se han gastado 67 mdp en un proyecto que tiene más de un año de retraso y que, al menos hasta ahora, parecen haberse tirado a la basura.

Los recursos invertidos en el parque son equivalentes a todos los contratos de pavimentación y bacheo de la ciudad del presente año, y hasta quedan sobrando 5 millones, lo anterior sin contar los 175 millones para pavimentación que como recurso extraordinario vino a anunciar el presidente López Obrador.

Volviendo al parque prometido, al consultar los documentos de registro de gastos  y contratos, se encontró además que hubo duplicidad de obras, y trabajos pagados como estacionamiento, forestación, alumbrado público, módulo de baños, edificio administrativo, entre otros.

De acuerdo con el video promocional del Parque Metropolitano abarcaría un área total de 450 hectáreas y contaría con un parque temático de los pueblos de Sonora, dos áreas de bosques urbanos, ciudad deportiva, un parque botánico, un recinto feriado, área de motocross, camping y senderismo, un centro de investigación sustentable y comercios y hoteles. Pero la realidad es que el lugar no tiene ni un parecido con la propuesta que se presentó al inicio.

En el sitio hay un edificio administrativo en total abandono, un módulo de baños fuera de servicio, un área desolada con juegos infantiles rodeados de maleza, dos canchas de básquetbol sin uso, un humedal, área de estacionamiento, andadores y aparatos para hacer ejercicio en una zona de casi imposible acceso “en medio de la nada”, como un cuadro surrealista.

Y respecto al pulmón de la ciudad que se esperaba, 88 árboles que fueron plantados a lados del andador que recorre el área de juegos están secos y solamente sobrevivieron algunos mezquites.

A esta ciudad norteña le falta todo: las calles parecen zona de guerra por los baches; los indigentes deambulan multiplicándose día tras día; la percepción de las principales problemáticas que refieren sus habitantes incluyen violencia e inseguridad, drogadicción y un deficiente transporte público. En vez de dirigir más recursos públicos, un total de 67 millones de pesos de los impuestos de los ciudadanos fueron duplicados en un proyecto marchito.

En septiembre de 2018, al estar por terminar la administración municipal iniciada por Manuel Ignacio Acosta y concluida por Angelina Muñoz, se entregó el parque con un avance del 30% que con una inversión de 54.7 mdp, en 81 hectáreas de las 450 que tenían planeadas, se lograron las primeras tres etapas del proyecto siendo estas: la búsqueda y tenencia de terrenos, el proyecto ejecutivo, obtención de permisos y licencias, la línea morada que alimenta el humedal, la arborización, el redireccionamiento del cauce del arroyo El Jagüey y los caminos de acceso. Aclaró que dejaron en proceso el alumbrado, estacionamiento, mobiliario urbano, baños y juegos infantiles. También mencionó que posteriormente habría una inversión de 6 millones de pesos para la construcción de un parque canino con espacios para estética, clínica veterinaria, tiendas y una cafetería para generar recursos para el mantenimiento del espacio. Se estimó que para junio de 2019 ya estaría en funcionamiento. Quince meses después, nada de esto existe.

En un comparativo visual utilizando imágenes del proyecto original y fotografías actuales, es posible observar la promesa y la realidad.

En cuanto al área, el parque abarca 81 hectáreas de las 450 que se destinarían.

En el caso de los lagos y lagunas, el humedal a veces se ve rodeado de aves que se acercan para refrescarse de las cálidas temperaturas.

Esto lo constatan las familias que de vez en cuando se dan la vuelta para saber si ya estará terminado el parque. Como la familia Torres, muchos estamos a la espera de la conclusión de ese anhelado espacio que tan maravillosamente nos prometieron hace cinco años.

 

 

 

 

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