La escritura ha sido el vínculo entre las ideas y la sociedad. La puerta que abre el paso a la imaginación. La voz de los olvidados. Un recordatorio del pasado. Tiene el poder de transformar y eso solo es posible gracias a los autores. La inteligencia artificial todavía no ha sido capaz de arrebatar esa batuta.
“Hay historias que se entreveran con la sensibilidad, el gusto, el corazón, el deseo de los lectores, sus sueños, fantasías y que se vuelven inmemoriales y que van a sobrevivir a cualquier circunstancia”, afirma el escritor Eduardo Parra.
Los autores continúan plasmando sus historias a pesar del formato, conservan el apego por el libro impreso, pero están lejos de aquellas dinámicas de promoción de sus libros a través de las redes sociales; tal es el caso de los escritores Eduardo Parra y Alejandro Espinosa.
“Muchos escritores se vuelven influencers y la calidad de sus libros baja porque dedican más tiempo en redes que a su propia escritura”, menciona Espinosa.
Las editoriales también han percibido esta tendencia, que bien utilizada puede ayudar a promover la obra del autor… aunque en muchos casos las redes sociales son también un mero aliciente para el ego.
“Como en todo cambio de era, algunos (escritores) se mantuvieron indiferentes o de plano se sienten ajenos y consideran que promover su obra abona a la hoguera de las vanidades y que no va de la mano con la verdadera labor del escritor. Pero todos se prestan a la escritura, al menos los que llegan a la editorial”, comenta Eloísa Nava, editora de Penguin Random House.
¿Podría pensarse que se acerca el fin para el libro impreso?
Los datos de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (CANIEM) indican que la venta de las ediciones digitales ha aumentado por más del 30 por ciento, mientras que las ediciones impresas han tenido una disminución del 1.7 por ciento.
“El libro es una tecnología cuya perfección queda demostrada por su antigüedad y el hombre no ha dejado de recurrir a él como tecnología para transmitir ideas y experimentar con el lenguaje”, sostiene Gustavo Cruz, editor en Editorial Almadía, firma que cumple 15 años en la aventura literaria.
La venta de libros a través del comercio electrónico creció 110 por ciento durante el confinamiento por la pandemia de COVID-19 y se espera que aumente hasta seis veces más, según un estudio de Clearsale.
“Independientemente del formato, las buenas historias siguen y seguirán acompañando a los lectores”, dijo Eloísa Nava.
“Son tecnologías cuyo uso y éxito práctico las hace muy perdurables y por eso no han sido abandonas, ya que la humanidad tiende a abandonar las tecnologías que ya no le sirven”, dijo Gustavo Cruz.
Mientras que el escritor Alejandro Espinosa considera que tanto el libro impreso como el digital se están habituando a coexistir sin que uno tenga que suprimir al otro: cada uno es utilizado por un tipo particular de lector.
“De la era Gutenberg a la era digital han ocurrido muchos cambios en la reproducción del libro, de cómo se pueden masificar las copias para que lleguen a todo público y ahora con el internet todo es más fácil”, menciona Espinosa.
Narradores y poetas coinciden en que la palabra siempre hallará su destino en la conexión del lector con el placer de hojear un libro.
“Ocurre algo con la experiencia sensorial de tener un libro que pesa en las manos. El papel tiene una textura. Un olor. Yo le atribuyo a esas sensualidades la existencia del libro”, explica el escritor Eduardo Parra.
“Hay una relación afectiva entre el lector y su libro de papel. La diferencia en un formato digital es que es una relación más práctica y fría”, agrega.
Más que una amenaza, lo digital ha representado una oportunidad para generar ingresos y obtener mayor alcance en las editoriales independientes. Esto implica el diseño de nuevas estrategias y esfuerzos en torno a los ebooks y audiolibros; como ha ocurrido con Festina Publicaciones, un proyecto independiente que publica ensayos.
La deuda del Gobierno con la industria editorial independiente
En México, el porcentaje de personas que declararon leer al menos un libro en los últimos doce meses fue de 42.2 por ciento, según cifras del Módulo sobre Lectura (Molec) del Inegi.
Distintos editores coinciden en que para lograr incentivar la lectura se tiene que exigir al Gobierno, en todos sus niveles, la promoción de políticas públicas para mostrar sus beneficios y que fortalezcan el circuito de librerías a nivel nacional.
Sobre la gestión de Paco Ignacio Taibo al frente del Fondo de Cultura Económica (FCE), David González Tolosa, editor de Festina Publicaciones, considera que “todavía falta diseñar un programa editorial más claro, que esa es la chamba de ser encargado, de ser la cabeza de esa editorial”.
Eduardo Parra advierte que corren tiempos difíciles para el libro en materia estatal porque el Gobierno actual “además de haber reducido de una manera dramática los presupuestos para hacer libros, también es claro que los funcionarios encargados de esto tienen más bien una agenda política y eso significa que le van a dar prioridad a los libros que cumplan con el perfil de la propuesta que les interesa sostener”.
Las empresas de la cadena del libro a través de la CANIEM han solicitado el apoyo del Gobierno Federal, ya que las ventas en librerías y en el mercado educativo se han desplomado ante el COVID-19, lo que ha generado el cierre de empresas y despidos masivos.
Las editoriales independientes son las que más arriesgan. Recordemos que la mayoría de la producción literaria novedosa, aquella que no necesita ser un best seller para cautivar a los lectores, ha emergido por años precisamente de ese sector. Los independientes han sido olvidados con el paso de cada sexenio.
El libro, un invento que siglo tras siglo ha burlado a las premoniciones apocalípticas, las pestes, guerras y pandemias; quienes aún creen en su poder para capturar lo narrado, seguirán dando cuenta de la historia humana.