La limpieza de los oídos es vital, ya que de lo contrario, el efecto obstructor en el sistema auditivo, puede provocar daños en el sistema. Con unos sencillos pasos puedes mantener tus oídos de forma óptima:
- Limpia los oídos en la regadera. Los expertos aconsejan limpiar los oídos durante la ducha o el baño, ya que tenemos la piel húmeda y el más fácil retirar el cerumen. Deja que el agua penetre en los oídos durante dos minutos, manteniendo la cabeza ligeramente inclinada. Tras esos minutos, incorpórala a su posición normal, de manera que fluya el agua templada, la cual trae consigo la cerilla reblandecida. Después absorbe los restos de cera con algodón.
- No uses cotonetes. Lo único que conseguirás es compactar e introducir, aún más, el cerumen hacia el fondo del oído externo. Este “empujoncito” y la falta de visión directa puede tener graves repercusiones como pérdidas de audición, heridas, infecciones o perforaciones.
- Emplea difusores de agua marina. Permiten el reblandecimiento del tapón de cerumen al mismo tiempo que la autoelimina.
- Nunca introduzcas en tu oído objetos punzantes. Este tipo de objetos puede introducir, aún más, el cerumen o producir heridas y perforaciones.
- Limpia también por fuera. El pabellón auditivo externo se puede limpiar con un tejido húmedo en toda aquella superficie que nuestro dedo sea capaz de alcanzar.
- Limpia tus oídos en días alternos. Aunque parezca contraproducente los oídos no deben de limpiarse todos los días, sino durante días alternos.
- Reduce el uso de cascos. El abuso de auriculares y de aparatos externos pasa factura a la salud auditiva. Puede favorecer la producción de cerumen; incrementar la suciedad y los residuos o producir infecciones y pérdidas de oído.
- Acude al experto. Si tienes tendencia a la formación de tapones o a desarrollar patologías auditivas acude a un especialista asiduamente.
La cera, no es un enemigo
El cerumen es un importante aliado para la salud de tus oídos, ya que es el mecanismo de “auto lavado”. Cada persona produce la cantidad de cera que necesita su cuerpo y la elimina de forma diaria. Por un lado, permite capturar la suciedad que puede colarse, pero, además, es vital para mantener un equilibrio justo del pH. La patología surge cuando se produce en exceso o cuando se realizan malas prácticas en el mantenimiento de la higiene.