La historia de la Presa Abelardo L. Rodríguez, contada por el Cronista de Hermosillo

Por: Ignacio Lagarda Lagarda
Cronista Municipal de Hermosillo

A fines de 1876, don Pablo Rubio, jefe de la oficina de ensaye de la ciudad, pidió permiso al ayuntamiento para poner un dique subterráneo de mampostería en la caja del vado del río de Sonora, entre los cerros de esta ciudad y los de Villa de Seris.

Visto el proyecto por el Ayuntamiento, encabezado por Vicente V. Escalante, y previos los estudios y trámites del caso, en enero de 1874 se le aprobó el contrato concesión para hacer la obra, cuyo articulado en síntesis es como sigue:

 

Art. I.- Se permite y autoriza a Don Pablo Rubio o Compañía que llegue a organizar, construyan un dique de mampostería a través del Río de Sonora:
Art. 2.- El dique será Subterráneo, cuya base comenzará a la profundidad donde se encuentre macices del cascajo o raíces de los cerros y cuya altura no podrá pasar el nivel de los arenales.
Art. 3.- La construcción de este dique, para evitar perjuicios a las comunidades agrícolas, se construirá al poniente de la última toma, o sea la de El Torreón, a distancia conveniente.
Art. 4.- El Ayuntamiento de Hermosillo declara que al conceder esta autorización, no ha sido su mente perjudicar ningún derecho, sino Fomentar la Agricultura. Por consiguiente, si al comenzar la obra o en el desarrollo de la misma se presentare alguna queja, se impone obligación al señor Rubio o compañía, que debe tener un conveniente arreglo con los afectados.
Art. 5.- Se fija plazo de tres años para comenzar la obra y se tendrá por principiada cuando el señor Rubio o la compañía hayan construido 10 varas de muro.
Art. 6.- Concluida la obra, el señor Rubio o su compañía adquirirán en propiedad:
1°) el terreno que ocupe con el espesor del muro que podrá dedicarlo al tránsito público entre esta ciudad y Villa de Seris, o bien para la construcción de un puente,
2°) Sobre las aguas que a virtud de la construcción rebalse hacia la superficie de las arenas, y en esta concesión se entienden incluidos los derechos y obligaciones que previene el Código Civil en sus artículos 1066 y 1090,
3°) Sobre su obra o valor de ella una vez terminada.
Art. 7.- En caso de que el señor Rubio no cumpliere y apareciere otro solicitante o compañía, se fusionarán los intereses y se considerarán socios unos y otros.
Art. 8.- Concluida la obra, el señor Rubio o compañía someterá a la aprobación del Ayuntamiento un reglamento para la venta de agua a los agricultores y para el cobro de pensión a los que usen el muro.
El proyecto nuca se consumó.

En 1904, llegó a Hermosillo, previa invitación oficial, un culto ingeniero llamado Lauro Kenffer, un agente de ventas representante directo de una fábrica extranjera de bombas, quien después de hacer un estudio geológico, geográfico e hidrográfico, le presentó al gobernador Rafael Izábal los resultados de sus investigaciones, planteándole la idea de hacer un “tapón” (una cortina) en el río al oriente de la ciudad, ya que según él, valle hacia el oeste estaba llamado a ser el más seguro granero de la población de Hermosillo.
Kenffer se dio cuenta, y tenía razón, que por debajo de la superficie del río había abundantes corrientes de agua que, sin provecho, iban a dar al mar sin provecho alguno. La obra tenía un costo de dos millones de dólares nunca se hizo.

Poco después el ingeniero Tomás Fragoso y don Ramón P. Denegri habían hecho minuciosos estudios sobre el mismo asunto, aunque atacando el problema únicamente en la captación de aguas de las avenidas del río de Sonora. La Revolución les impidió terminar el estudio, pero en 1912 que en elocuente documento cuajado de razones científicas y de guarismos lo presentaron al Congreso local, quien lo aprobó.


En 1925 la compañía Sonora Construction, una empresa colonizadora estadounidense, propuso un proyecto de irrigación y generación de energía eléctrica, construyendo una presa al oriente de Hermosillo en el sitio conocido como El Molinito, con unos canales que bajaran el agua hasta la ciudad y la llevaran hasta la zona de la costa para abrir al riego 56 000 hectáreas y poblar de mexicanos y extranjeros esa región
La idea era que el agua almacenada en esa presa regara las tierras aguas abajo de la cortina hasta Hermosillo, las de alrededor de la ciudad y otras mas hacia el poniente en la planicie cerca del mar. Tanto optimismo se sustentaba en un erróneo estudio hidrológico que decía que los escurrimientos de la cuenca aportaban 246 mm3 al año que podrían regar 20 mil hectáreas de tierra. Además, se hablaba de producir electricidad y la construcción tres presas más sobre el cauce.

Los datos se generaban de la idea de que, si tan solo con las corrientes de agua de los ríos San Miguel y de Sonora se regaban entre 13 y 17 mil hectáreas anuales, con la presa se podrían regar cuando menos el doble.
Nada más falso que eso, posteriormente estudios hidrológicos mas certeros dieron al traste a dichas suposiciones, aunque permaneció la idea que una presa podría ser útil para regar una importante superficie de tierra.

En la década de los años treinta, el empresario cementero Ignacio Soto le planteó al director de la Comisión Nacional de Irrigación, Gustavo Serrano, la necesidad de aprovechar las aguas del río de Sonora para el riego. La propuesta estaba respaldada por las diferentes organizaciones de agricultores, industriales, constructores, financieros y especuladores del suelo de la ciudad.

Cuando el problema del agua para los agricultores hizo crisis en el año de 1942 y que llegó a la desesperación, el gobernador Abelardo L. Rodríguez reflexionó la posibilidad de hacer realidad el proyecto que Lauro Kenffer le había propuesto al gobernador Izábal en 1904 y el del ingeniero Tomás Fragoso y don Ramón P. Denegri aprobado en 1912 por el Congreso estatal: construir una presa al oriente de la ciudad.

El general Abelardo L. Rodríguez había conseguido y asegurado la participación del gobierno federal en la obra, poco antes de ser gobernador. Un mes antes de que se llevaran a cabo las elecciones para gobernador de Sonora, Rodríguez, ex presidente de México, le envió una carta al secretario de agricultura Marte R. Gómez en la que le solicitaba la confirmación sobre el envío de una comisión de ingenieros de la Comisión Nacional de Irrigación al estado de Sonora para la realización de unos estudios técnicos sobre la viabilidad de construir una presa en el cauce del río de Sonora, ya que en caso de que el fuera como gobernador a ese Estado, sería la primera obra que realizaría, y, puesto que Gómez era un partidario de las obras de irrigación, le pedía que se fueran haciendo los estudios relativos.

El 27 de marzo de 1944, a siete meses de iniciado el gobierno del general Abelardo L. Rodríguez, el proyecto de la construcción de una presa en la orilla oriente de la mancha urbana de la ciudad empezó a tomar forma, cuando el Congreso del Estado le concedió facultades al gobernador “para realizar la construcción de obras de irrigación en el río de Sonora, que desempeñaran el papel de transformar económica y socialmente a la capital del Estado, llegando aún a modificar sus condiciones climéricas.”

Lo anterior se lograría almacenando y controlando el agua para regar una superficie mayor de 20 mil hectáreas abriendo un distrito de riego en los alrededores de Hermosillo. Además, significaría establecer “fuentes de vida” pues estaba comprobado que “por cada hectárea de riego abierta al cultivo respalda la existencia de dos a tres personas, lo cual permitirá el aumento, en pocos años, de Hermosillo y sus alrededores, en unos 40 a 50 mil habitantes.”

Igualmente, el incremento de la economía permitiría el establecimiento de nuevas industrias, el incremento del comercio, los ejidatarios asegurarían el riego permanente de sus tierras y los campos de propiedad privada se llenarían de pequeños propietarios.
En el decreto en el que el Congreso del Estado le concedió facultades al gobernador se establecía la expedición de bonos para el financiamiento de la obra, la creación de una Junta Local de Irrigación del Estado, la suspensión de toda clase transacción de terrenos en tanto no se fijara la zona de irrigación en base a estudios técnicos, la integración de una sociedad de usuarios y la expedición de un reglamento.
Se calculó que el proyecto tendría un valor de 15 millones de pesos, mismos que aportarían por igual partes los gobiernos federal y estatal. Como la presa beneficiaría a los propietarios de las tierras agrícolas al incrementar su valor, se les pidió que cooperaran “siquiera sea con una parte”, ya fuera entregando al gobierno una parte de sus tierras, o pagando las cuotas impositivas que se les fijase, a excepción de ejidatarios y propietarios de menos de 20 hectáreas.

La aportación del gobierno federal con el 50% del valor de la obra, lograda por la gestión de Rodríguez en la ciudad de México, se concretó con la firma de un acuerdo por el presidente Manuel Ávila Camacho (1940-1944), el secretario de Agricultura Marte R. Gómez y el secretario de Hacienda Eduardo Suárez, quien cargaría el monto al presupuesto de la Comisión Nacional de Irrigación.

En julio de 1944, en un informe técnico elaborado por la Comisión Nacional de Irrigación quedaba descartada la posibilidad de la construcción de una presa en el cauce de la cuenca baja del río de Sonora, en las únicas boquillas posibles para ello que eran: El Molinito, el Orégano, Puerta del Sol, el Gavilán y Hermosillo. Sobre todo, en Hermosillo, ya que allí los geólogos habían hecho perforaciones profundas en el lecho del río y no se había podido llegar hasta el basamento de roca.

Esto se lo informó en una carta el secretario Marte R. Gómez a Rodríguez, en la que le decía que, dado el régimen torrencial de dicha corriente de agua, era necesario contar con un vaso amplio que regularice sus avenidas, y que no se encontró en ninguna de las cinco boquillas posibles las condiciones geológicas favorables para la construcción de una presa de almacenamiento.

Rodríguez mandó traer unos geólogos expertos de la compañía Ambursen Construction Co. de Nueva York que habían hecho muchas presas de todo tipo en algunas partes del mundo.
Los expertos norteamericanos de Ambursen Construction Co. eran Andrew Weiss, Paul Weitz, encabezados por el ingeniero Spencer Stewart, quienes años atrás habían hecho estudios para una presa en la ciudad de Tijuana en 1928, cuando el general Rodríguez era gobernador del Territorio Norte de la Baja California.

Los norteamericanos hicieron nuevos estudios y con la información adicional de los que ya se habían hecho en 1943, llegaron a la conclusión que en Hermosillo se podría construir una presa tipo flotante.
Rodríguez les entregó el nuevo estudio a los geólogos de la Comisión Nacional de Irrigación y después de deliberar juntos llegaron a la conclusión que si era posible construirla.


Finalmente, la presa se empezó a construir a finales de 1944 y para entonces el gobernador Rodríguez reconocía por oficio que la superficie irrigable sería en realidad entre 8 a 11 mil hectáreas y para 1945 el ingeniero Adolfo Orive de Alba, director de la Comisión Nacional de Irrigación (1934-1946), le hizo saber que resultaba absolutamente inadecuado y grandemente inconveniente tratar de regar con esas obras una superficie mayor de 8 mil hectáreas.

Por su parte el ingeniero Guillermo Amezcua, jefe de la brigada de estudios agrológicos del río de Sonora, informó que los suelos de las tierras que regaría la presa eran de buena calidad.
La construcción de la presa afectó a propietarios particulares que fueron indemnizados por sus construcciones, cultivos agrícolas y árboles frutales y después fueron compensados con tierras en la zona irrigada por las aguas de la presa.

Así, y a pesar de todas las advertencias en su contra, las obras de la presa continuaron hasta su terminación en abril de 1948, un mes antes de lo planeado. Al terminarse, el costo fue de 22 millones, 7 millones más de lo presupuestado al inicio.
La cortina de la presa, hecha de material compactado, tiene una longitud de 1,440 m y una altura de 36m., sobre la cual se tendió el nuevo trazo de las vías del FFCC sud-pacífico, que habían sido inundadas por las aguas de la presa. El vertedor de demasías tiene una longitud de 300 metros. Su capacidad máxima era de 250 mm3, en una superficie de 6.8 Km2, de los cuales 210 serían para riego y 40 para los azolves.

La construcción de la presa estuvo a cargo de las compañías Utah y la Azteca, bajo el comando del ingeniero Alfredo E. Dello. El cemento lo proveyó la empresa Cemento Portland, cuya planta estaba ubicada dentro del vaso que la presa llenaría, por lo que tuvo que cambiarse aguas afuera junto a la cortina de la presa.
El vaso de la presa del pintoresco paisaje del oriente de Hermosillo desapareciendo las tierras llamadas La Pesqueireña, Las Playitas, La Cochinera, Santa Rosalía, El Puertecito y su bacerán, y el histórico poblado de la Iglesia Vieja.
Paralelamente se realizaron los trabajos de acondicionamiento del distrito de riego de la presa, a cargo de la compañía Mexicana de Fomento Agrícola, y se construyeron dos canales de riego para distribuir el agua de la presa.

El Canal Principal de Hermosillo, de 39 kilómetros de largo, salía de la cortina de la presa hacia el poniente y a la altura de donde la calle Morelia interceptaba a las vías del FFCC (hoy bulevar Luis Encinas y Morelia), se bifurcaba dando lugar a otro canal llamado Canal principal de Villa de Seris, de 37 kilómetros de longitud, que corría hacia el Sur, rumbo al vado del río por el hoy bulevar Villas del Pitic.

El Canal Principal de Hermosillo, seguía su rumbo al poniente paralelo a las vías y luego rodeaba la Pera del ferrocarril y al llegar a la calle Puebla sucumbía bajo el subsuelo para cruzar el bulevar Rodríguez y salir a la superficie, seguir a la esquina de la calle Reyes y cruzar el bulevar Luis Encinas por debajo, salir a la superficie en el perímetro de la Universidad de Sonora, rodearla completamente y cruzar en sifón la calle Pesqueira (en ese tiempo no existía la calle Yucatán, hoy Colosio) y seguir rumbo al poniente hasta regar las tierras del sector de El Chanate (Colosio final). Actualmente ese canal se encuentra embovedado y por encima pasa el bulevar Colosio que termina al poniente en las inmediaciones de El Chanate. Actualmente el rastro de ese canal solo existe en el perímetro poniente de la Unison.

El Canal principal de Villa de Seri”, cruzaba en sifón el vado del río de Sonora y al llegar al pie de la sierra de Santa Martha viraba hacia el poniente siguiendo la orilla de esa sierra, cruzaba a la zona urbana de Villa de Seris, y seguía hacia al poniente para regar las tierras ejidales del poniente de la ciudad. Actualmente a ese canal se le llama Camino del seri.
Ambos canales tuvieron un costo de 4.3 millones de pesos y las obras de irrigación en el distrito de riego, poco más de 26.
Una semana después de inaugurada la presa por el presidente Miguel Alemán, el 5 de abril de 1948, el gobernador Abelardo L. Rodríguez, aduciendo problemas de salud y a la falta de atención de asuntos personales, solicitó licencia por tiempo indefinido para ausentarse del cargo. Fue sustituido como gobernador interino del 15 de abril de 1948 al 31 de agoto de 1949, por Horacio Sobarzo Díaz, quien fungía como secretario de gobierno. Tiempo después a la presa se le llamaría Abelardo L. Rodríguez.
La superficie de irrigación de la presa inicialmente comprendía inicialmente 10 mil hectáreas, que incluían las antiguas comunidades de Hermosillo, Villa de Seris, La yesca y la Peaña. Esa superficie estaba en manos de 201 pequeños propietarios y 600 ejidatarios.
En el primer ciclo agrícola 1948-1949, con 135 mm3 almacenados en la presa, de los cuales se utilizaron 100, se sembraron principalmente de trigo las 10 mil hectáreas, de las cuales 7 mil eran privadas y el resto de los comuneros y ejidatarios.

 

Dos años después empezaron los problemas de disposición y abastecimiento de agua en el distrito. En el período 1950-1951 una terrible sequía azotó todo el país, y el almacenamiento de agua en la presa se agotó, por lo que hubo necesidad de perforar pozos en el lecho del río para salvar los cultivos y huertas de las inmediaciones de la presa y construir una galería filtrante de 360 m de longitud y cuatro de profundidad y dos pozos de bombeo en el vado del río para extraer las filtraciones del agua que se filtraba por abajo de la cortina de la presa.
Con el paso de los años, debido a que el almacenamiento de la presa fluctuaba según las precipitaciones en la cuenca cada ciclo anual, la superficie de riego en el distrito de riego de Hermosillo, varió entre 13 y 3 mil hectáreas.
Aunque las perspectivas agrícolas de la presa no se cumplieron cabalmente, las demográficas si. En 1940 Hermosillo contaba con18 mil habitantes, en 1950 llegó a 43 mil., 2.5 veces más que la que tenía diez años antes.
Para los años 60 el 80% del agua de la presa se utilizaba para el riego agrícola y el resto para el consumo humano.

A finales de los años 70, la poblacion de Hermosillo rondaba en los 340 mil habitantes y la demanda de agua se incrementaba, por lo que se tuvieron que construir plantas potabilizadoras para abastecer con agua de la presa la demanda de la población.


A mediados de los años 80, las autoridades federales responsables de la administración del agua en el país, determinaron que solo habría agua de la presa para riego si el almacenamiento de la presa era de 160 mm3, ya que se destinaban 110 para el consumo humano y los 50 mm3 del resto se destinarían para el riego.
Al construirse la presa El Molinito en 1992, las corrientes de agua del río de Sonora dejaron de llegar a la presa, quedándose únicamente con las aportaciones del río San Miguel, lo que, a partir de entonces prácticamente dejó de existir.

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