¿Has escuchado cuando una mujer dice: Yo era muy buena para dormir pero todo cambió cuando tuve a mi bebé?
Si, la hemos escuchado muchas veces y es porque no son casos extraordinarios, al contrario, es lo más común. Por esa razón traemos este tema en esta ocasión.
El descanso con un recién nacido en casa
¿Descanso con un recién nacido? Eso no existe”
Con , el despertar constante para alimentar al bebé y el nuevo ritmo de vida al que poco a poco nos adaptamos, poder dormir una noche completa parece un sueño lejano y casi sin darte cuenta, te has convertido un mamá trasnochadora. De hecho, se calcula que en el primer año de vida, los padres perdemos más de 700 horas de sueño. Funcionamos prácticamente en automático.
Nuestro cerebro también cambia
Esta falta de descanso no solamente se debe a que el bebé nos despierte porque nos necesita. Hay algo en nosotras que ha cambiado. Esto en realidad sucede desde el embarazo, donde comenzamos a despertarnos frecuentemente durante la noche, especialmente durante el tercer trimestre.
La explicación es que el cuerpo se prepara para la lactancia, y de alguna manera, nuestro cerebro nos está preparando para el momento en el que nacerá el bebé. Pasamos de tener un descanso “normal” a estar en modo de alerta.
Este es un mecanismo totalmente natural, cuya función es la de garantizar la supervivencia del bebé a través de la alimentación y cuidado que nosotras debemos proporcionarle. Podremos estar durmiendo, pero nuestro cerebro está siempre despierto.
Por ello, ahora hasta el más mínimo ruido o movimiento nos despierta fácilmente: estamos en alerta constante. Tenemos los ojos cerrados pero el resto de nuestros sentidos, como el oído al escuchar el llanto del bebé, están siempre alerta para poder actuar en cuanto se necesite.
¿Alguna vez volveré a dormir como antes?
Antes de responder hay una buena noticia, y es que esa etapa en la que despertamos constantemente y dormimos peor que fatal suele limitarse al postparto, y en cuestión de meses el bebé comenzará a dormir más horas de corrido por las noches (aunque seguirán habiendo algunos microdespertares nocturnos por algunos años, pero nada como esos primeros meses).
En cuanto a la pregunta sobre si alguna vez volveremos a dormir como antes: así tal cual como antes de tener hijos, la realidad es que no. De la misma manera que ya no somos la misma mujer que éramos antes de tener hijos, nuestros patrones de sueño tampoco serán los mismos.
Además de la carga mental, el trabajo invisible y la lista infinita de cosas por hacer que nos invaden justo antes de dormir, con el paso de los años habrá otras tantas cosas que ocasionalmente nos quiten el sueño, pues siendo madres tenemos nuevos miedos que antes no conocíamos. Pero en cuanto a horas de descanso te prometo que la situación eventualmente mejorará y pensarás en esas noches de desvelo como un recuerdo muy, muy lejano.
Pero aquí te presentamos algunas recomendaciones que te puedan ayudar a descansar durante el tiempo que concilies el sueño.
- Para dormir bien no hay que hacer deporte avanzada la tarde…
- Hacer un poco de gimnasia o caminar te relaja y renueva tu energía. El problema es que el organismo se regula “a la máxima potencia”: el cuerpo se acelera, la frecuencia cardiaca aumenta y segregas hormonas.
- Consejo: no hagas deporte menos de 3 horas antes de acostarte. Es preferible que te mantengas más activa durante el día. Si de verdad quieres quemar calorías, da paseos largos con el cochecito. Tu bebé estará encantado y tú también. Un baño caliente también puede ayudarte a dormir.
- … Ni realizar demasiadas actividades
- Planchar, pasar la aspiradora, pagar las facturas, llamar a tu madre… ¿y luego acostarte? No esperes dormirte después de todo eso. El estrés impide que el cuerpo y la mente se relajen. Se contraen los vasos sanguíneos, las manos y los pies se enfrían y, entonces, te cuesta más coger el sueño.
- Para luchar contra el estrés, date un baño de pies caliente, que hará bajar la temperatura de la parte media del cuerpo. También puedes leer un buen libro, escuchar música clásica y tomar una infusión o un vaso de leche caliente. Entonces, tu reloj interno estará predispuesto al descanso.
- Para dormir bien, cena ligero
- Una buena cena siempre es tentadora, sobre todo cuando te pasas el día acabándote los potitos de tu bebé. Pero sé prudente: si tienes mucho que digerir, tu sueño será más liviano. Es mejor que tomes un plato ligero y que no bebas demasiado (para no tener que levantarte por la noche).
- El alcohol es un mal compañero: casi no tendrás periodos de sueño profundo y reparador y sí varias fases ligeras de sueños de las que te despertarás enseguida.
- No duermas siestas muy largas
La siesta es muy beneficiosa siempre que no dure más de treinta minutos. Busca tu equilibrio personal y no te vayas a la cama hasta que no estés realmente cansada.
- No te duermas con el bebé
- A los bebés les gusta que les hagan caricias, los acunen o les den el pecho para ayudarles a dormir. Desgraciadamente, eso te cansa: segregas melatonina, una hormona que prepara tu cuerpo para el sueño. Entonces, te duermes y, media hora después, te despiertas de golpe, muchas veces porque oyes a tu bebé. Después ya se te han pasado las ganas de dormir.
- La mejor solución es intentar que tu pequeño vaya aprendiendo poco a poco a dormirse solo.
Fuentes:
conmishijos.com
bebesymas.com