Desde hace más de 15 años la conocida ‘policía de la moralidad’ hostiga a las iraníes.
Durante los últimos tres lustros, las mujeres iraníes que se han aventurado a salir a la calle, incluso para un simple recado, lo han hecho con el miedo de toparse con la tristemente conocida como policía de la moral.
Aquellas que no cumplen con el estricto código de vestimenta de la República Islámica son conducidas a una de las camionetas verdes y blancas de las unidades antivicio para ser aleccionadas sobre cómo usar el velo o en el peor de los casos, ser golpeadas por atreverse a incumplir.
“Me agarraron cerca de la estación de metro porque llevaba un piercing e iba… vestida de forma no apropiada”, de acuerdo con las reglas de modestia de Irán, explica Donya Fard, de 26 años, a AFP.
“Me dio mucho miedo porque no estaba en absoluto acostumbrada a eso, estaba llorando” dentro de la furgoneta, dice esta activista que actualmente vive en Chipre y que acabó saliendo con tan solo una advertencia.
Muchas iraníes se han enfrentado a consecuencias mucho peores. Una de ellas era Mahsa Amini, de 22 años, que fue detenida por la policía moral el 16 de septiembre en Teherán y declarada muerta tres días después.
Su muerte -que los activistas achacan a un golpe en la cabeza y las autoridades, a una enfermedad preexistente- ha desatado una ola de protestas en las que las mujeres, además de salir a las calles a manifestarse, están quemando sus pañuelos en público.
La policía de la moralidad -conocida formalmente como la Gasht-e Ershad, o ‘Patrulla de la Orientación’– fue establecida bajo el mandato del presidente Mahmud Ahmadinejad, político de línea dura, con el objetivo de “extender la cultura de la modestia y el hiyab”.
Estas unidades se lanzaron a patrullar las calles en 2006 y en 2007 empezaron a usar la violencia física y las detenciones.
Las historias de terror de las mujeres iraníes
El rol de estos escuadrones ha ido evolucionando y cambiando según los candidatos presidenciales y presidentes.
Bajo el mandato del moderado Hasán Ruhani pasó a ser cada vez más normal ver a
mujeres con jeans estrechos o velos coloridos y cada vez más sueltos, mostrando amplias franjas de cabello.
Pero en julio de este año, su sucesor, el ultraconservador Ebrahim Raisi, exigió la movilización de “todas las instituciones estatales para hacer cumplir la ley del velo”.
Pese a ello, las mujeres siguieron sorteando las reglas de vestimenta, especialmente en las grandes urbes. Incapaz de hacer cumplir las normas, la policía moral ha tendido a acorralar a mujeres de forma individual para “intimidar y asustar” a las otras, considera Omid Memarian, conocido activista y periodista que vive en Estados Unidos.
“La muerte de Mahsa Amini llega meses después de un nuevo pulso para forzar a llevar el hiyab en público”, explica. “Los vídeos de hombres lanzando a mujeres al interior de coches de policía, de policías actuando con violencia, de mujeres gritando y criticando estas normas convirtieron el tema en uno sensible”, asegura.
En las protestas que sacuden Irán desde hace semanas, las mujeres jóvenes se están quitando el velo en las calles, desafiantes, al grito de “Mujeres, vida, libertad”, en ocasiones enfrentándose directamente a las fuerzas de seguridad.
Ser arrestadas por la policía es motivo de pánico entre las iraníes, ante las historias de terror que circulan de madres a hijas o entre amigas.
Seagull Shahbazi, otra iraní que reside en Chipre, recuerda que fue detenida en la calle cuando tenía solo 8 años y advertida de que se enfrentaba a la cárcel si no se ponía el pañuelo.
La mujer dice que los castigos pueden ir desde ser enviadas a un centro de reeducación con una ficha policial, hasta ser golpeadas, azotadas, violadas o incluso asesinadas.
La policía de la moral parece haberse esfumado estos días de las calles pero parece que las fuerzas de seguridad vigilan atentas, con cámaras de seguridad o informante anónimos. Algunas iraníes han dicho en las redes sociales que han recibido mensajes de texto de la policía con advertencias por no ir veladas.