¿Cómo vive una madre moderna su rol, en una era con multitud de desafíos, y ajustes familiares y profesionales? Una pregunta con muchas respuestas. ¿Cómo puede manejarse una mujer que es a la vez madre, pareja y trabajadora?
Centrándonos en la madre y en el libro de Massimo Recalcati, “Manos de madre”, nos enfocaremos en la maternidad y el principal elemento de la actualidad que la dificulta, el estilo de vida narcisista.
De madre abnegada a madre narcisista
En uno de sus capítulos habla de la realidad de la madre narcisista, una mujer que representa la figura actual de la maternidad patológica, que ha sustituido a la del pasado. Su madre en aquel entonces era una mujer entregada completamente al rol de madre, sacrificándose ante el mundo patriarcal de la familia. Así que la madre de la abnegación fue la madre del pasado.
Esta era entonces la patología de la maternidad, en la que se excluía todos los aspectos creativos de su vida. Si finalmente nos enfocáramos en la madre moderna, ¿cómo la describiríamos? Diríamos que la patología de la maternidad de aquel entonces, ha sido reemplazada por la patología de la madre narcisista.
Pero, ¿qué significa ser narcisista?
El fenómeno del narcisismo ha sido investigado por la comunidad científica mundial. Podríamos decir que está relacionado a nuestra época y la manera de vivir la vida actual.
Las exigencias de la vida moderna pueden llevar fácilmente a que uno sea etiquetado como narcisista, al armar su vida sin mostrar altruismo o empatía. El narcisismo, como concepto, es multidimensional. Se ha categorizado en dos partes: el narcisismo normal y el patológico.
Según Miller & Campbell, el narcisismo normal incluye tener buenas habilidades sociales y una autoimagen positiva. El narcisismo patológico se diferencia de este en dos aspectos: El primero es que implica la evidente necesidad de ejercer poder y control sobre otras personas. Y el otro es que no va acompañado de empatía.
Es posible que los narcisistas no puedan identificarse fácilmente, ya que pueden ser tímidos e inseguros. Un denominador común de los narcisistas es su tendencia a actuar en competencia con los demás. Su característica típica es la falta de autoestima y empatía.
Cómo se relaciona la madre moderna a este fenómeno patológico
Volviendo a la madre narcisista, habiendo esbozado las cualidades básicas del fenómeno narcisista, el autor la describe como una mujer que no aprisiona al niño, como ocurría antes. Si no que ahora invierte tanto en él que eso lo experimenta como un obstáculo y un perjuicio para su desarrollo personal.
Es una mujer que siente que está perdiendo algo, la madre que sacrifica sus estudios y su carrera. Este parece ser el tipo de madre que prevalece en la actualidad.
La mujer que se encuentra ante el dilema de elegir «uno u otro». Una elección en la que habrá sacrificio, privación y carencia. Esta es la patología de la época, en la que las madres no ven elegir el todo como una opción.
Pero, ¿cuál es el verdadero problema? Es precisamente «el cultivo unilateral del valor narcisista de la vida» como se afirma en el libro. Es la afirmación profesional y personal que rechaza la maternidad para que prevalezca la feminidad. En este punto se utiliza el concepto de feminidad con el signo del narcisismo patológico y no como un elemento saludable que acompaña a toda mujer.
Madre moderna: la capacidad de crecer a pesar de las imposiciones
¿Cómo encajará la madre moderna ante toda esta imposición social y profesional? Una imposición indefinida, derivada del imperativo social del desarrollo económico. De la actividad incesante contra la pasividad provocada como proceso normal por el propio embarazo y la maternidad inminente.
Entonces, ¿cuál es la apuesta? ¡No hay apuesta! La madre que es abierta y acepta no saberlo todo de su hijo. Esa madre que sabe dudar, negociar con lo desconocido y diferenciar. Que sabe complementarse creativamente con la presencia del padre, compadecerse y soporta sentir una incapacidad sin precedentes frente a las nuevas adversidades.
Esta madre está en constante negociación creativa, lo que permite que todas las ramas de su vida florezcan y poco a poco construye su habilidad para cuándo y cuánta prioridad le dará a cada elemento de su vida. Ella es esa figura que cambia de forma, no por privaciones y sacrificios, sino por su presencia cualitativa y el amor constante contenido en su actitud hacia la vida en general.