¿Regresarán en algún momento a mi vida ( y a la de muchos) aquellos tiempos en que nos íbamos “A-la-ca-mi-ta” con el besito de “las buenas noches”, de Topo Gigio?
Volveré –volveremos- alguna vez a despertar con “el buenos días alegría, buenos días señor sol?
La noche del pasado martes las redes eran un verdadero hervidero. La periodista Anabel Hernández era la estrella. Estaba por salir su nuevo libro y una de esas otras señoras del narco mencionadas, de pasada, era una actriz de televisa y conductora matutina, Galilea Montijo una vez más en el ojo del huracán. Vaya estrategia de marketing y si no lo fue pues vayan pensando que fue de lo mejor.
Desde siempre, al menos que yo recuerde y vaya que he regado ya muchos jardines, el medio artístico ha estado ligado al mundo de las drogas. No hay vuelta a atrás. Es innegable.
Y en medio de esta polémica de lágrimas y risas, muy al estilo de Libertad Lamarque, me fui quedando dormida al arrullo de escándalos recordados: que si la Gómez, Mont, que si El Bombón Asesino”, que si La Tigresa, que si se acabó su nariz por…
A la mañana siguiente, el miércoles, lo primero que leí fue sobre la fuga de 9 reos del penal de Tula y ya eso sí, fue el acabose.. La loca de la casa, mi mente se fue como hebra y heme aquí escribiendo sobre fugas y narcos, delincuentes y artistas.
Se vinieron a mi memoria los asesinatos de Víctor Iturbe “El Pirulí” (consta que fue llamado el primer crimen relacionado con drogas), y el de Paco Stanley. Ambos sin resolver.
El cómo me impactó –hoy no me impactan más que cuando choco- saber que una actriz que fue la amante en turno del presidente en turno y que escandalizó en su época con la publicación de sus memorias, había sido una de las tantas mujeres de uno de los primeros traficantes de cocaína en México: Sicilia Falcón, recordado en el ambiente artístico por sus extravagantes fiestas y dicen, por surtir de mucho polvo blanco al medio.
Fue él, Sicilia Falcón, quien estelarizó una espectacular fuga del Palacio Negro, la cárcel de Lecumberri, en 1976. Una fuga que casi 40 años después inspiró al propio Chapo Guzmán a imitarla. Sicilia falcón repartió dinero como si fuera Santa Clós y le construyeron un túnel por el que realizó su espectacular huida.
Como al Chapo, el gusto no le duraría mucho pero ambos lograron escabullirse, cada uno en su tiempo, de las prisiones más emblemáticas del país.
Como bien se recuerda, Guzmán Loera ya había escapado escondido entre toallas de otra prisión federal así que ostenta el honroso record de ser el único preso con habilidades del mismísimo profesor Zovek, para fugarse en dos ocasiones de penales de máxima seguridad.
Ya años antes, en 1971, México se había convertido en el hazmerreír de muchos por la llamada Fuga del Siglo, la que encabezó David Kaplan quien se escapó de la entonces única penitenciaria de máxima seguridad del país, la de Santa Martha Acatitla. Lo hizo de manera increíble y con un ingenio que le sirvió de inspiración a varios guionistas cinematográficos.
Un helicóptero aterrizó en pleno patio de la cárcel y se lo llevó a él y a su compañero de celda. Norteamericano traficante de armas, y venezolano traficante de drogas. Diez segundos dicen que bastaron. Se sabe que el helicóptero aterrizó en un llano de Hidalgo y nunca más volvieron a ser capturados.
Y el hilo vuelve a anudar. Ayer, los nueve que escaparon lo hicieron de manera más violenta. A tono y acorde a los tiempos en los que la violencia es el pan nuestro de cada día y en el que la vida humana no vale nada como bien dijera el inmortal José Alfredo Jiménez. Sucedió en Hidalgo.
O recordando la letra de otro tema de él mismo… Diciembre me gustó pa´que se vayan. Y se fueron, no sin antes hacer explotar autos bombas, disparar al más puro estilo delincuencial y herir a policías.
Y eso de hacer explotar artefactos no es nada nuevo tampoco. En cárceles quizá sí, no encontré más datos. Sin embargo, Sandra Romandía consigna en su libro Narco CDMX que en 2008 le estalló una bomba a un hombre que la iba transportando y cuyo objetivo final era la Secretaría de Seguridad Pública.
Hay mil y un historias que rodean a los señores de las drogas, mil y un anécdotas de cómo se han intentado fugar quienes están presos…
Pancho Villa se fugó, en 1912, de la cárcel de Tlatelolco; Caleti el secuestrador lo hizo del Reclusorio Norte, el Fugas lo hizo en más de tres ocasiones igual que el consumado asalta bancos Alfredo Ríos Galeana quien por primera vez lo logró de una cárcel del Estado que hoy está en boca de todos: Hidalgo y quien, curiosamente en su tercera fuga fue ayudado por diez cómplices que explotaron una granada mientras el reo se encontraba en una diligencia en los juzgados al interior del Reclusorio Sur.
Pero, sin duda, en estas fugas hay corrupción. Mucha.
Y no hay abrazos sino muchos balazos.
Sin embargo, la fuga más recurrente, más común y más cotidiana es, precisamente, aquella que permite estas fugas: la fuga de información.