Cuando eres joven quieres vivir tu vida y odias que te digan qué hacer o cómo hacerlo, hasta parece que tu camino va en sentido contrario al deseo de tus padres. Sin embargo, aunque te pese, sus exigencias dan frutos, tanto que un estudio demostró que las madres exigentes crían hijas más exitosas.
¿Qué hace a una madre exigente?
Es importante no confundir exigente con asfixiante o violenta. Una madre exigente no es aquella que encierra a sus hijas y no las deja salir, o quien las agrede física o verbalmente cuando cometen algún error.
Los errores son parte del proceso de crecimiento; el papel de los padres es guiarlos en este proceso para que sus errores no afecten su vida, pero, más importante, aprendan de ellos, por lo tanto, una madre exigente, especialmente a nivel académico, es quien:
– Está al pendiente de la educación de sus hijas y exige buenos resultados. Pero también es consciente de sus puntos débiles y las alienta a mejorar buscando herramientas que las ayuden en este objetivo.
Explica la importancia de la preparación y una visión a futuro.
– No teme hablar sobre el embarazo adolescente y su impacto a nivel profesional y personal, así como la forma de prevenirlo.
– Enseña la importancia de cumplir sus compromisos y obligaciones.
– Presiona a sus hijas para continuar con sus estudios, aunque “odien” la escuela y las inspira a pensar en elegir una profesión que las apasione.
– Mantiene abierta la comunicación, pero siempre se mantiene firme en sus decisiones.
Las madres exigentes influyen en el éxito de sus hijas
Aunque hay quienes creen que este tipo de madres y padres están en extinción en una época donde muchos apuestan por una crianza libre y sin límites rígidos, la ciencia confirma que los límites son necesarios, sobre todo en los adolescentes.
Así quedó confirmado en una investigación de la Universidad de Essex, pues ésta demostró que ser un padre exigente, es decir, tener expectativas altas para tus hijas y presionarlas para alcanzarlas, es la mejor manera de prepararlas para el éxito. Sin embargo, también dio a conocer entre ambos padres, quienes tenían mayor poder de regaño eran las madres.
Después de estudiar a más de 15 mil niñas de 13 y 14 años entre 2004 y 2010, encontraron que las adolescentes con madres exigentes tenían más probabilidad de ir a la universidad y menos de estar desempleadas, incluso de tener salarios bajos una vez que consiguen trabajo.
De hecho, esta actitud materna, lejos de afectar la autoestima de sus hijas, refuerza su confianza e incluso reduce la probabilidad de un embarazo adolescente, un factor que puede influir en el nivel académico al dejar los estudios, además de cambiar sus prioridades, donde muchas veces dejan sus aspiraciones profesionales de lado.
Y si crees que no tiene sentido seguir insistiendo, pues tu hija sólo te da el avión, la investigadora Ericka Rascon Ramirez, te ayuda a tranquilizarte, pues asegura que tus consejos tarde o temprano tendrán efecto, pues las recomendaciones de los padres siempre terminan influyendo en las decisiones de sus hijas.
Claro, pese a los resultados de este estudio, no significa que aquellos que no tuvieron madres exigentes estén destinados al fracaso, siempre está el factor aspiración personal, sin embargo, no está de más darles un empujón a tus hijas e hijos. Eso sí, recuerda que el objetivo es que tus hijas te respeten y vean en ti alguien que las incita a salir adelante, no a quien temerle. Ninguna relación basada en el miedo llega a un buen lugar.