¿Qué sentirías si un día tocan a la puerta, abres y es el cartero y te entrega un sobre a tu nombre, dirección y como remitente el nombre de tu hijo; es una carta donde de su puño y letra te platica algo de su vida y al final, antes de escribir su nombre, se despide diciendo “Te quiero”. Se lee emotivo ¿verdad?.
Dice el abuelo Pepe:
Escribir una carta era parte de la vida de hace muchos años cuando los abuelos de hoy éramos niños; ahora nosotros podemos platicar cómo nos comunicábamos en antaño cuando no existían la tecnología actual, ni redes sociales. Escribir un carta a un ser querido, sacaba todo de nosotros, los sentimientos más guardados y con nuestra letra expresábamos nuestros sentimientos a otra persona. Si nos equivocábamos, no podíamos borrar, solo hacíamos bola el papel y lo tirábamos a la basura… y a volver a empezar la carta. En la carta poníamos una hilera de palabras pero cuando nos inspirábamos más o queríamos quedar bien, dibujábamos flores, corazones…
Escribir una carta era como iniciar una pequeña historia de dos, pues después de escribir, había que introducir la carta en un sobre, ponerle la estampilla y llevarla a una oficina de correos o buzón postal. Entonces, se sentía una emoción especial. La historia era más emocionante cuando a los días más adelante recibíamos una respuesta… cuando la respuesta era de una mujer que me gustaba, el corazón se aceleraba…
Las generaciones recientes se han perdido de esa gran experiencia.
El arte de escribir una carta
Después de ver la ilusión con la que mi hija de 10 años mira el buzón esperando encontrar la carta pendiente de su amiga y lo mucho que le gusta escribir e incluir en el sobre dibujos recortados y demás sorpresas; tras comprobar cómo disfruta su hermano de 6 echando un sobre por la ranura del buzón amarillo, no puedo sino animar a los niños a llenar folios en blanco de letras y dibujos, a cartearse con amigos o familiares usando el correo tradicional.
Ana lee una carta de que le envía Susi desde Escocia junto a un dibujo, en respuesta a una suya anterior.
Que levanten un rato la vista de las pantallas para conocer cómo era el arte de comunicarse a través de las cartas en los tiempos sin Internet ni teléfonos inteligentes, cuando no reinaba la inmediatez del correo electrónico y los mensajes de texto.
En lo alto del armario guardo una caja rebosante de cartas: cartas que recibía de Nuria, una amiga de la infancia de Madrid, cartas largas de mis padres en mis años de Universidad fuera de Málaga; cartas y postales de mi abuela Teresa de Montoro (Córdoba); cartas de mi abuelo Mario escritas en cuartillas con el membrete del Ministerio del Aire de Madrid, misivas de algún primer novio; cartas de mi pareja actual, tarjetas de felicitación de Navidad y de cumpleaños, decenas de folios manuscritos: para mí un verdadero tesoro.
Ahora que sólo envío y recibo correos electrónicos o mensajes de WhastApp, recuerdo cómo me gustaba escribir largas cartas a mano, tanto como leer las que recibía después de rasgar rápido el sobre con cuidado para no romper el papel que contenía. Solía comenzar saludando: “Querida abuela”, “Querido papá”…
Pienso que muchos niños se pueden animar a escribir con la buena excusa de enviar una carta a un compañero de colegio, un amigo que vive en otra provincia o algún familiar. El contenido: libre, lo que quieran. Podrían inventarse un cuento, pintar un dibujo, contar lo que han hecho en ese día, hablar de un libro que han leído…expresar cómo se sienten. Después habrá que comprar un sobre, escribir bien las direcciones de remitente y destinatario, pegar un sello y buscar un buzón o una oficina de correos para enviarla. Es todo un proceso con el que también disfrutan.
No les prives de esta gran experiencia que refuerza su atención y creatividad, que promueve la lectura y la escritura. Hoy día pocos niños la han tenido y no la tendrán si no se la proponemos.
“De las cartas me gusta que, además de contar muchas cosas, puedo enviar dibujos, recortes, pegatinas, collage, todo lo que se me ocurra”, anota mi hija.
El arte de escribir cartas manuscritas, cocinadas a fuego lento, se está perdiendo frente a la frialdad y rapidez de los correos electrónicos. Quizá la carta a los Reyes Magos sean de las pocas que los niños de hoy en día escriben a mano.
Te animo a que des a los más pequeños de la casa tiempo para escribir cartas tranquilamente. Así practican la caligrafía y gramática mientras divirtiéndose y desarrollan habilidades para expresarse mejor.
Aprender a escribir una carta es una actividad que se incluye en las aulas de los colegios. Pero suele hacerse hincapié en la estructura que debe tener -fecha, comienzo, explicación del motivo de la carta, cuerpo, despedida- o en los distintos tipos de cartas: formales e informales- de manera que el resultado es algo práctico, sí, pero mecánico, que resulta poco atractivo para los niños.
Seguro que sus hijos tienen un buen amigo del colegio o abuelos, primos, tíos viviendo en Málaga o en otra provincia. Que intercambien direcciones y empiecen a escribirse. Eso sí, hay que advertirles de que se debe tener paciencia, porque las cartas a veces tardan días en llegar. Pese a la espera, no hay sensación comparable a la de ver por fin el sobre en el buzón. No pueden esperar a estar en casa para abrirla y leerla.
Y enseguida querrán ponerse manos a la obra y contestar. Es la magia de la correspondencia.
Carta en Navidad
Quizá es un buen momento para que los pequeños de la casa escriban a una carta a un ser querido (abuelos, tíos, hermanos, amigos, no importa lo lejos o cerca que se encuentre) con el pretexto de la Navidad, ellos podrán expresar sus sentimientos más positivos y descubrirán su capacidad de externarlo.
Escribir un carta a los abuelos en épocas de navidad puede convertirse en una tradición familiar que mantendrá un lazo importante familiar que los niños en su adultez recordarán de manera positiva.
Fuentes: ladiversiva.com y Redacción