La terquedad es una de las formas de actuar que más difícil puede hacer el entendimiento con estas personas.
La terquedad no es siempre algo negativo, ya que en ciertas circunstancias también indican determinación y tesón de la persona por realizar algo que se ha propuesto. Sin embargo, hoy nos centramos en la testarudez que hace a la persona “estrecha de mente” y con poca capacidad de adaptación a los cambios.
Una persona testaruda mantiene una opinión, muchas veces sin argumentos concluyentes, y es incapaz de aceptar otras opciones o puntos de vista frente a una situación. Esto hace que en muchas ocasiones resulte realmente complicado llegar con ella a acuerdos consensuados y casi imposible que cambie de opinión cuando ya tenga su estructura mental formada respecto a algo.
Las personas tercas tienen una opinión formada e inamovible de casi todo y es casi imposible convencerlos para que se abran a otras posibilidades y opciones.
Identificar a una persona terca puede resultar bastante evidente cuando estamos confrontando opiniones sobre alguna cuestión, aunque sea algo simple o poco trascendente. Suelen ser aquellas personas que tienen una concepción única del mundo, no ven matices ni son capaces de valorar distintas opciones: algo es así y es así. Da igual que se le expongan argumentos contrastados en contra de lo que dice o que todo el mundo en la conversación intente persuadirlo o de matizar con argumentos su idea.
En general son personas que tienen miedo a los cambios. Consideran que dentro de su postura se encuentran cómodos y seguros, y tomar otras opciones o incluso considerarlas les provoca un desasosiego que no quieren asumir.
En su concepción única de las cosas se encuentran cómodos y la tienen bajo control. Una vez han tomada una determinación de cómo es algo o cómo debe hacerse llevan su idea hasta el final; tienen pocos recursos para adaptarse y modificar su actitud frente a nuevas circunstancias que aparezcan.
¿Cómo lo hacemos cuando la persona terca es alguien de nuestro entorno social próximo o dentro de la familia?
Lidiar con una persona terca en el entorno familiar puede ser bastante agotador y llegar a ser exasperante, lo que puede ser causa de importantes problemas de convivencia en el seno familiar.
Dentro de la familia las decisiones que se van tomando sobre cómo dirigir nuestro hogar deberían estar consensuadas, al menos en el ámbito de la pareja, y cuando los hijos tienen ya una edad, también debemos considerar sus opiniones. También es muy habitual situaciones de tensión entre hijos adultos y sus padres mayores; o entre los padres y los hijos testarudos.
Lo primero que debemos hacer cuando tratemos con una persona testaruda es armarnos de paciencia en cualquier discusión o toma de decisiones.
- Evitar la confrontación directa y las frases de tipo “eso no es así”, “te equivocas” o “no llevas razón”. Intentar ser persuasivos, hablando de forma tranquila y siendo empáticos.
- No entrar en discusiones y en enfrentamientos banales. Evitar discutir por cuestiones que no sean importantes. Esto simplemente nos agotará en nuestro día a día y podrá colmar nuestra paciencia para usarla en lo realmente importante.
- Cuando tratéis un tema importante, céntrate en la cuestión y no derives la conversación hacia otros temas o cuestiones personales. Cuida el lenguaje y piensa bien lo que dices antes de pronunciar las palabras.
- Considera la opinión de la persona terca, que alguien sea terco no significa necesariamente que esté equivocado en sus ideas.
Fuente: ismaellimonespsicologo.com