Con la llegada de las bajas temperaturas es común que muchas personas experimenten dolores musculares y articulares. El frío provoca que los músculos se tensionen y que las articulaciones se vuelvan más rígidas, lo que incrementa la sensación de molestia, especialmente en quienes ya presentan alguna condición de salud previa. Para reducir estos dolores, los especialistas recomiendan mantener una buena protección térmica, utilizando ropa abrigadora en capas y cubriendo especialmente cuello, manos y pies, zonas que suelen enfriarse con mayor rapidez. También es útil realizar estiramientos suaves por la mañana y antes de dormir, lo que ayuda a mejorar la circulación y disminuir la tensión muscular.
Otro consejo importante es evitar la exposición prolongada a cambios bruscos de temperatura. Tomar bebidas calientes y mantener los espacios interiores a una temperatura confortable contribuye a que el cuerpo no tenga que hacer un esfuerzo extra para regular el calor. Asimismo, practicar actividad física ligera, como caminatas o ejercicios de movilidad, favorece que las articulaciones se mantengan lubricadas y reduces la rigidez típica del invierno.
Las personas que suelen padecer más dolores durante el frío son los adultos mayores, quienes tienen una menor elasticidad muscular y articular; las personas con artritis, artrosis o lesiones previas; y aquellas con mala circulación o enfermedades crónicas que afectan huesos y articulaciones. Para todos ellos, las medidas preventivas y un seguimiento médico adecuado pueden marcar la diferencia durante la temporada invernal.










