Enfrente de manera positiva las malas conductas de la infancia

 

En la actualidad, las niñas y los niños crecen en un entorno lleno de estímulos, tecnología y cambios sociales que impactan directamente en su comportamiento. Como resultado, muchas veces los padres, madres y maestros se enfrentan a ciertas conductas que se consideran negativas o poco adecuadas. Entre las más comunes se encuentran la desobediencia, la falta de respeto hacia figuras de autoridad, el uso excesivo de dispositivos electrónicos, la poca tolerancia a la frustración, el egoísmo y el bajo nivel de disciplina. Estas actitudes no necesariamente son producto de “niños malcriados”, sino de un entorno que en ocasiones carece de límites claros, de acompañamiento cercano y de modelos positivos a seguir.

Uno de los problemas más notorios es el tiempo excesivo que los menores dedican a pantallas. Esto puede generar falta de atención, irritabilidad y disminución en la interacción familiar y social. Otra conducta frecuente es la intolerancia a la frustración, reflejada en berrinches o explosiones emocionales cuando no obtienen lo que desean. También se observa una pérdida de valores básicos como el respeto y la empatía, lo cual puede llevar a conflictos en el hogar y en la escuela.

La manera más efectiva de atacar estas conductas no es con castigos severos ni con violencia, ya que ello solo aumenta el resentimiento y refuerza los comportamientos negativos. En cambio, es necesario implementar estrategias positivas basadas en el amor, la comunicación y la disciplina con límites firmes pero respetuosos. Escuchar a los niños, darles tiempo de calidad y ser consistentes en las reglas son pasos esenciales. El refuerzo positivo —reconocer y premiar las buenas acciones— es también una herramienta poderosa que motiva al menor a repetir conductas deseadas.

Además, es fundamental que las y los adultos actúen como ejemplo, pues los niños aprenden más de lo que observan que de lo que se les dice. Promover actividades al aire libre, juegos en familia y espacios para expresar emociones ayuda a canalizar su energía de manera saludable. La educación en valores como la empatía, la responsabilidad y la cooperación debe darse tanto en casa como en la escuela.

En conclusión, las malas conductas de los niños de hoy no deben verse únicamente como un problema, sino como una oportunidad para guiarlos con paciencia y amor. Atacarlas de forma positiva significa entender las causas, acompañarlos en su desarrollo y ofrecerles un ambiente de respeto y límites claros. De esta manera, se forman personas seguras, responsables y capaces de contribuir a una sociedad más armoniosa.

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