Los niños pequeños, con frecuencia, no comprenden lo irremediable del fallecimiento y es posible que entiendan la idea global pero piensen que sus seres queridos volverán entendiendo la muerte como algo temporal. También es posible que tengan muchas preguntas al respecto, ya que como es natural les falta mucha información y capacidad de comprensión para entender todos los aspectos que implica la muerte: irreversibilidad, universalidad, causalidad, etc. No es hasta los 8 años aproximadamente cuando los niños desarrollan una capacidad mayor de abstracción y empiezan a comprender mejor lo que significa e implica la muerte.
Sin embargo, los niños comprenden a su manera la pérdida, sienten el dolor y perciben los cambios que han acontecido. Por ello, es importante, sea cual sea la edad del niño hablar con claridad, ajustando el contenido a su edad. En niños pequeños el contenido de la explicación será más breve y conciso y en niños más mayores podremos añadir una explicación más detallada de lo ocurrido. La conversación no tiene que durar un tiempo determinado, eso lo estipulan ellos. Los adultos simplemente deben proporcionar la información y prestar atención a lo que necesita el niño en cada momento: hablar, llorar, estar en silencio, afecto físico… y así proporcionárselo.
Muchos padres se preocupan en exceso por el dolor que la pérdida les puede ocasionar a los niños y deciden posponer la conversación o evitar dar una explicación del todo sincera. Todo con el objetivo de no herir al niño. Sin embargo, los niños lo perciben fácilmente y les genera mucha ansiedad y malestar no disponer de la información y confirmación que necesitan. Ellos también deben elaborar su propio duelo y para ello necesitan conocer lo que ha ocurrido desde la claridad y hablar de ello.
Recomendaciones para explicarle a los niños el fallecimiento de un ser querido:
- Es normal que los adultos también estén afectados por el fallecimiento y es natural que durante la conversación esos sentimientos salgan y se caigan algunas lágrimas al explicarle lo ocurrido. No te preocupes por ello, no los bloquees, deja que salgan, pero intenta mantener la calma y la serenidad en todo momento. Los niños perciben nuestras emociones y también sufren por ellas. Los adultos debemos proporcionar seguridad y estabilidad para ayudar a su afrontamiento. Eso no implica que no deba verte triste por la situación, simplemente que aunque te vea triste sepa que estás ahí para cubrir todas sus necesidades y darle el apoyo que necesita.
- Muestra apoyo y comprensión por sus sentimientos, dándole la oportunidad de decir cómo se siente, qué le hubiera gustado decirle, qué echará de menos… Muéstrate empático y comprensivo. Cada niño expresa sus emociones de manera distinta y todas las formas son válidas.
- Permítele hacer preguntas y respóndelas siempre desde la naturalidad y sinceridad. Adapta el contenido de la respuesta a su ciclo evolutivo pero respondiendo siempre a sus preguntas. Eso fortalecerá su confianza en ti y en la relación que tenéis, creando un espacio de comunicación maravilloso al que acudir siempre que lo necesite.
- Involúcralo en algún ritual de despedida acorde a su edad. Ese ritual puede ser tan simple como escribirle una carta o hacerle un dibujo a su familiar fallecido o incluso crear un álbum de recuerdos con esa persona espacial que ya no está para que forme parte de su vida para siempre.
- Deja que elabore su propio duelo y respeta cada fase en la que se encuentre, acompañándole durante el recorrido. Es natural que transiten por diferentes emociones como la negación, la ira, la rabia, la tristeza, la culpa, etc. Si existen sentimientos de culpa indaga las causas que le llevan a considerarse culpables y explícale que nada de lo que haya hecho o dicho ha generado esta situación.
- Presta atención a preocupaciones que puedan surgir por la salud. Es habitual, sobre todo en los más pequeños, preocuparse por la posibilidad de morir ellos mismos o sus padres, sobre todo cuando la causa de la muerte ha sido una enfermedad. Explícale las causas del fallecimiento e intenta disipar su preocupación haciendo hincapié en que tanto él/ella como vosotros sus padres estáis bien, a salvo, y que tiene muchas personas a su alrededor que le cuidan y evitan que le pase nada malo.
- Cuando le expliques lo sucedido evita usar frases como “el abuelo se quedó dormido y ya no despertó” o “se ha ido lejos”. Estas frases pueden generar mucha confusión y miedo en los niños. Ellos necesitan saber con sinceridad que lo ha ocurrido es que su familiar ha muerto y eso significa que no le podremos ver más. Con frecuencia, sobre todo los pequeños, pese a que se les ha explicado siguen preguntando durante un tiempo por su familiar fallecido. No te preocupes, poco a poco lo irá comprendiendo y asimilando. Lo más importante es sentarnos cada vez que lo necesiten y hablar de ello nuevamente con calma y delicadeza.
Los padres tenemos grandes desafíos por delante en la crianza de nuestros hijos, pero con amor, comprensión y empatía podremos superar cada uno de ellos y salir fortalecidos.