El Poder Trastorna Mente y Personalidad

R Á F A G A

 

Iturbide, Su Majestad Imperial

Su Alteza Serenísima, Santa Ann

Hoy, Hay Emperador de la Mentira

Por JORGE HERRERA VALENZUELA

Decía el maestro, político y constitucionalista don Jesús Reyes Heroles que para conocer al hombre, hay que darle poder.

Como siempre el ilustre veracruzano tanto en las aulas universitarias como en la vida pública, lo reiteraba. Fue director general  de PEMEX, del IMSS, presidente nacional del PRI, legislador y Secretario de Gobernación.

Él, como mi exjefe Rafael Rodríguez Barrera, jamás se subieron al ladrillo y no los mareó el ser funcionarios de primera fila. Estrictos, sí. Humanos, sí. Honestos, sí. Su trato sencillo con sus colaboradores, con el público que solicitaba verlos, así los describía otro político non, el regiomontano Julio Camelo Martínez.

AGONÍA DELIRANTE 

Uno de los mexicanos que murió delirando en su cama, preguntaba a su esposa: ¿cuánta gente está solicitando audiencia?”. La respuesta de su esposa doña Dolores Tosta era que no se preocupara, porque las personas sabían que estaba enfermo.

El escenario, una recámara en la planta alta de la casa ubicada en la calle Vergara (hoy Bolívar) número 14, a unos metros de la Avenida 5 de Mayo, en el ahora Centro Histórico de la Ciudad de México. La casa aún es habitada.

Este xalapeño fue un hombre de mucha historia. Desde su juventud incursionó en la milicia y a los 27 años ya ostentaba el grado de coronel. Inicialmente sirvió a los españoles y al ejército  realista. Colaboró con el último virrey de la Nueva España, Juan O ´Donojú,  cuando éste acudió a la firma de Los Tratados de Córdoba.

Su actividad en la política comenzó en la primera sucesión presidencial, en 1829, encabezó el  movimiento para impedir que el candidato triunfador, Manuel Gómez Pedraza, tomará posesión y el Congreso designó a Vicente Guerrero. Después Santa Anna negociará con Gómez Pedraza para que asuma la presidencia y él habrá de sucederlo, pero…

SU ALTEZA SERENÍSIMA

Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez de León, nombre completo de quien mantuvo y ejerció su poder político durante 20 años.  Fue de tal dimensión su empoderamiento, que no sólo “jugó” con la Presidencia de la República, sino que en un momento dado se hizo llamar Su Alteza Serenísima.

Su historia abarca muchos renglones de trascendencia. Cuando los españoles, comandados por Isidro Barradas, llegaron a Veracruz, con el fin de iniciar la recuperación de lo que fue la Nueva España, Santana Anna los derrotó y surgieron sus ambiciones por llegar a despachar en Palacio Nacional.

El Partido Liberal le apoyó, triunfó, argumentó que estaba enfermo,  y pidió que asumiera el cargo más importante del país, Valentín Gómez Farías, quien fungía como vicepresidente. López de Santa Anna se presentó a protestar el cargo el 16 de mayo de 1833 y, el 2 junio del mismo año, se retiró a su hacienda Manga de Clavo, en Veracruz. Gómez Farías volvió a ser presidente por segunda, tercera y cuarta vez.

En las once ocasiones en que López de Santa Anna fue presidente durante 5 años, 10 meses y 14 días.

Este político controvertido, conflictivo e irresponsable, entre 1833 y 1853 se dio el lujo de “nombrar” a quienes le cubrieron las ausencias. Además de Gómez Farías, la lista está integrada por  Miguel Barragán, Manuel Peña y Peña, Pedro María Anaya, José Joaquín de Herrera, Valentín Canalizo y Manuel María Lombardini. En ese período el único que fue electo, se llamó Mariano Arista, en 1851. Por cierto en esa elección participaron otros 14 candidatos.

COMENZÓ COMO REALISTA

Recordaré que otro mexicano, nacido en Valladolid en los días de la Nueva España, también tuvo una contrastante vida, privada y pública. Aseguran historiadores que su relación con “La Güera” Rodríguez, la dama de la alta sociedad, provocó distanciamiento con su esposa.

A los 17 años Agustín causó alta en las filas del ejército realista. Estaba a las órdenes del virrey. Combatió a los insurgentes  y, obvio, en contra del movimiento de Independencia. Diez años más tarde cambió radicalmente. Redactó y el Plan de Iguala para llegar hasta la Consumación de la Independencia.

Agustín de Iturbide, según las narraciones históricas, en dos ocasiones rechazó la propuesta de ser llevado al trono como emperador. Sin embargo, es probable, fue convencido de que el pueblo deseaba nombrarlo.

En diversos poblados de la Capital Mexicana, el sargento Pío Marcha la noche del 18 de mayo, estalló un movimiento, una revuelta callejera. Hizo que se escuchara el redoble de las campanas de templos católicos y estallaran salvas de los cañones. Se coreaba el grito de “¡Viva Agustín Primero!”.

En su manifiesto redactado en San Juan Huetamo, Michoacán, el 18 de mayo de 1823, quien conocía muy a Iturbide, que lo acompañó en la Consumación de la Independencia, Vicente Guerrero, hizo una revelación contundente:

El sargento Pío Marcha (¡nombre execrable y maldito!) cumplió lo que le había ofrecido a Iturbide, y confiando en lo prometido por éste, sorprendió a México con todo el bajo pueblo de uno de los barrios, la noche del 18 de mayo de 1822, días preciosos en que los verdaderos padres de la Patria trabajaban incesantemente a ésta su futura felicidad”.

Para esos días Agustín Cosme Damián de Iturbide y Aramburu se proclama Agustín I, Su Majestad Imperial y con el voto unánime de los diputados del Congreso Constituyente de 1823, presidido por el conservador poblano Rafael Mangino y Mendivil, se aprueba declarar: “Agustín, por la Divina Providencia y por el Congreso de la Nación, es Emperador Constitucional”.

La coronación del primer Emperador de México y de la Emperatriz tuvo lugar, el 21 de julio de 1822,en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. El obispo de Guadalajara ofició la misa correspondiente. Rafael  Mangino le colocó la corona al Emperador y éste coronó a la Emperatriz Ana María Huarte, su esposa.

El trono quedó vacío el 19 de marzo de marzo de 1823. El depuesto emperador partió, en barco, a Europa; lo acompañaba su familia y algunos amigos. El nuevo Congreso Constituyente, el de 1824, calificó a Iturbide traidor a la Patria, condenándolo a ser fusilado y esto ocurrió el 19 de julio de 1824.

DIFAMACIÓN Y AUTORITARISMO

Sin desconocer que muchos millones de mexicanas y de mexicanos siguen al hombre que despacha y vive en Palacio Nacional, también suman una millonaria cantidad de quienes se sienten decepcionados de haberle dado su voto y otros millones están abiertamente preocupados por lo que ocurre y la incertidumbre de lo que viene y que podría ser un diluvio si triunfa él, no su partido político.

El tabasqueño no deja de reiterar que “estamos bien, requeté bien”. La violencia ha dejado más de 160,000 homicidios dolosos, pero en su programa televisivo de las mañanas, afirma que terminará el sexenio (¡hasta 20 de septiembre de 2024!) con un 20 por ciento menos. La cifra de esas muertes violentas es la más alta en el presente siglo.

Asegura en su verbal gobierno de las mañanas que está cierto de que “habrá continuidad de la cuarta transformación”. Da por hecho que ha cumplido los 100 compromisos de campaña. El 2 de agosto de 2021 en su “conferencia mañanera” en Puerto Vallarta, Jalisco, anunció el Plan Nacional de Bacheo.

Seguramente no incluyó a la Ciudad de México, porque hay una calle de escasos 200 metros, donde se localizan 9 baches, señalados por el personal de la Alcaldía de Iztacalco. Los vecinos afectados hasta “fiesta de aniversario” hacen en cada bache.

Para el hombre que juró, protestó, afirmó que respetaría y haría respetar la Constitución y las Leyes de que ella emanen, simplemente, para él, “nada de que la Ley es la Ley”.

De su parte hemos tenido división de la sociedad, ataques sin presentar pruebas y acciones de autoritarismo. Siempre habla de que la mafia del poder está contra la llamada cuarta transformación.

Su mente enferma lo ha hecho crear “secciones” en su programa televisivo para “defenderse”. Primero, inventó, en junio de 2021, “quién es quién en las mentiras” que está a cargo de Elizabeth GRCÍ Vilchis, con sueldo de 81 mil pesos mensuales. El objetivo atacar a los informadores de prensa impresa, radio y televisión.

Recién “creó” la difusión de videos en que políticos se refieren a temas relacionados con la sucesión presidencial y las personas que le son odiosas. La sección está bautizada con el título de “yo no lo digo”. Las autoridades electorales le  frenaron la campaña contra personajes de la oposición.

En verdad, se consagra como el Emperador de la Mentira.

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