Los perros y sobre todo los gatos suelen ser especialistas en buscar los rincones más fríos de nuestras viviendas cuando lo necesitan. En perros de exterior, es fundamental que tengan zonas de sombra accesibles y que sus casetas no estén muy expuestas al sol.
En las salidas a la calle de los perros, siempre se deben evitar las horas centrales del día y el exceso de ejercicio. Es buena idea aprovechar para salir el amanecer y el anochecer, momentos en los que la temperatura baja…Y mucho cuidado con el asfalto caliente en las patas, que puede quemar las almohadillas plantares y palmares.
Lluisa Fernández recuerda que tanto en verano como en invierno, el agua de nuestras mascotas tiene que estar a libre disposición y preferiblemente fresca, así que debemos cambiarla con frecuencia.
Es importante controlar la hidratación, sobre todo en los gatos, que son animales que beben en general poca cantidad de agua. Para ellos es aconsejable que tengan como depósito de agua una fuente de las que encontramos en las tiendas de animales, ya que el agua corriente les estimula a beber.
Para los pájaros de jaula hay que tener en cuenta que la evaporación de los bebederos va a ser mayor, así que es conveniente revisarlos y cambiarlos con más frecuencia, evitando además que estén expuestos al sol directo. En los pequeños mamíferos hay que tener estas mismas precauciones, aunque sus jaulas no suelen estar en el exterior, con lo que al menos no sufrirán el sol directo.
En los conejos, es importante mantener una dieta basada en el heno, ya que son animales que beben poco. En el caso de las aves se puede suplementar la dieta habitual con frutas o verduras de temporada.
El golpe de calor una patología que no es difícil de detectar por parte del propietario. Los animales, sobre todo los perros, al principio parecen ansiosos, jadean sin parar, tienen las mucosas enrojecidas y brillantes, la piel se nota caliente al tacto, puede intentar buscar lugares fríos.
“Si el cuadro empeora es fácil que tenga salivación excesiva, vómitos, incoordinación, se tropiece solo, llegando a convulsionar. La temperatura rectal puede llegar a subir hasta los 43 grados centígrados, momento en el cual ya puede haber muerte celular en el organismo. Si un animal presenta una sintomatología leve, se puede intentar el tratamiento en casa, llevándolo a un lugar fresco, ofreciendo agua a temperatura ambiente o aplicando toallas humedecidas frescas, pero nunca empleando hielo o agua muy fría”, afirma Lluisa Fernández
La bajada de temperatura debe hacerse de forma paulatina. Si el animal presenta incoordinación, vómitos o convulsiones es imprescindible llevarle al centro veterinario más cercano.
Los perros, los animales braquicéfalos como los bulldog inglés y francés, carlinos o boxer son posiblemente los más sensibles por su conformación física.
Las dificultades morfológicas de algunos ejemplares de estas razas para respirar hacen que el jadeo, que es la forma de controlar las altas temperaturas en los perros, sea menos efectivo. “Se tiende a pensar siempre en las razas nórdicas son las que más sufren el calor, pero no debemos olvidar que el pelo protege tanto del calor intenso como del frío intenso y además los animales de estas razas como los huskys, samoyedos o malamutes suelen ser ejemplares nacidos ya en España, con lo que sus organismos han tenido tiempo de adaptarse a nuestras condiciones climáticas”, apunta la veterinaria.
“Otro factor importante a tener en cuenta _agrega_ es que los animales de menor peso tienden a compensar mejor las temperaturas altas, siendo mucho más frecuentes los golpes de calor en animales por encima de los 10 kilos. La obesidad es un factor predisponente. Los perros con sobrepeso tienen muchas más posibilidades de sufrir un golpe de calor que los que se encuentran en su peso ideal. Curiosamente, un estudio en el Reino Unido del año 2016 indica que la raza más predispuesta a los golpes de calor es el Chow Chow, seguido de los braquicéfalos y curiosamente el Golden Retriever está entre las siete más sensibles”.
El perro más predispuesto a los golpes de calor es el Chow Chow, seguido de los braquicéfalos y curiosamente el Golden Retriever está entre las siete más sensibles”.
En los gatos los golpes de calor no suelen ser frecuentes al ser animales generalmente de vida en interior, y si hacen vida en exterior huyen por instinto de los lugares en los que la temperatura es excesivamente alta. Si que hay que tener mucho cuidado si el animal se encuentra encerrado en un transportín o en un espacio cerrado. En estas circunstancias los gatos resultan muy sensibles al calor.
Lluisa Fernández señala que las aves, por encima de los 26,5 grados centígrados, ya pueden sufrir estrés térmico y que, en pequeños mamíferos, los conejos son sensibles a temperaturas por encima de los 30 grados centígrados y los hurones por encima de los 27 grados centígrados. Sobre los reptiles, afirma que al ser animales de sangre fría, suelen soportar mucho mejor las temperaturas altas, aunque siempre tienen que tener la posibilidad de resguardarse de ellas y de la insolación directa y constante.
Advierte Lluisa Fernández de que nunca hay que rapar a un perro o un gato por el calor: el pelo de los animales les protege igual del calor que del frío y nuestros animales adaptan su pelo a las circunstancias climatológicas, con lo que denominamos mudas.
“En los perros esto es muy evidente, sobre todo en los animales que poseen dos tipos de capas de pelo, una generalmente más larga y dura, que es lo que coloquialmente conocemos como pelo de verano, y otra más parecida a la pelusa, corta y profunda, que es el pelo de invierno. El pelo de invierno se pierde cuando las temperaturas comienzan a subir. En algunas razas puede quedar retenido y dar la impresión de que el animal pierde pelo “a mechones”, afirma.
Lluisa Fernández insiste en que siempre hay que utilizar el sentido común ya que lo que no es bueno para nosotros tampoco suele serlo para nuestros animales: Si nosotros necesitamos beber más en verano o buscar la sombra o refrescarnos en el mar o en la piscina, podemos aplicar estos mismos remedios contra el calor a nuestras mascotas, siempre teniendo en cuenta sus particularidades.
Explica también que el agua de bebida no necesariamente tiene que estar muy fría para conseguir hidratar a nuestros animales y los baños no deben forzarse. Una lluvia fina en spray es buena para cualquiera de ellos y evitará malas experiencias a nuestros compañeros.
Sobre el efecto del calor en los parásitos, remarca que depende mucho de las condiciones climáticas. En general, en los climas más cálidos y húmedos es más fácil encontrar alguno de los ectoparásitos más frecuentes como pulgas y garrapatas, y también es más fácil que se desarrollen los vectores artrópodos de enfermedades graves como los mosquitos en la Leismaniosis o la Filariosis.
“El cambio climático a nivel mundial _dice_ está provocando además que aparezcan estas formas parasitarias clásicas de nuestros animales de compañía en zonas en las que hasta hace poco eran infrecuentes y también parasitosis nuevas que antes no afectaba a los animales en nuestro país, o lo hacían de forma excepcional.