Sea cual sea tu situación específica de cuidado familiar, es probable que participes en muchas conversaciones difíciles con la persona a quien cuidas y con otros miembros de la familia. Será necesario hablar de temas como las finanzas, los aspectos legales, la planificación patrimonial, la situación de vivienda, el cuidado y los planes de tratamiento, la seguridad y la conducción de vehículos. Estos son temas delicados, y las perspectivas y opiniones pueden diferir. En mis muchos años de cuidadora he mantenido numerosas conversaciones de este tipo con mis abuelos, mis padres, mis hermanas y otros miembros de la familia. Estos son algunos de los consejos que puedo ofrecer para que esas conversaciones sean más fáciles.
Cuanto más hayan hablado sobre el futuro y más planes hayan hecho, más fácil será tomar decisiones cuando llegue el momento. Habla con anticipación, porque es más fácil hablar de cuestiones futuras o hipotéticas que de situaciones inminentes. Además, lo último que necesitas es tener que lidiar con conversaciones críticas en medio de una crisis.
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Habla con frecuencia, porque nunca sabemos cuándo pueden cambiar los deseos de nuestros seres queridos o cuándo puede modificarse una situación debido a cuestiones de salud, financieras o de vivienda, por ejemplo. Tenemos que estar al tanto de los deseos actuales de nuestros seres queridos y asegurarnos de que los planes que se hicieron años atrás continúan siendo viables.
2. Observa e investiga antes de actuar
Si vas a sugerir un cambio para tu ser querido, pasen tiempo juntos, observa y reúne información precisa y específica sobre tus preocupaciones antes de siquiera iniciar una conversación. Si quieres hablar sobre la conducción de un vehículo, viaja con esa persona primero para hacer observaciones válidas. ¿Te preocupa su seguridad en casa? Pasa unos días con tu ser querido para tener un sentido real y concreto de la situación. ¿Se está acumulando el correo? ¿Le cuesta subir y bajar las escaleras? ¿Puede preparar comidas saludables? Habla con las personas que ven a ese ser querido regularmente y trata de ser objetivo.
Luego, investiga las opciones de asistencia y cuidado. Si quieres que deje de conducir, debes estar preparado para ofrecerle alternativas de transporte. Si crees que necesita asistencia en el hogar, debes estar preparado para explicar quién podría ayudar y cómo podrían pagarse esos servicios. Si crees que debería mudarse, investiga las opciones de vivienda, los costos y las ubicaciones, además de las actividades, las comidas y el transporte que se ofrecen allí. Nunca saques a discusión un cambio a menos que puedas ofrecer alternativas realistas.
3. Encara la conversación con amor, interés y apoyo
Recuerda, todos ustedes forman parte de un mismo equipo con un objetivo común: la mejor atención y calidad de vida posibles para su ser querido. Todos desean que ese familiar sea tan independiente como sea posible por el mayor tiempo posible. Demuestra claramente que tus ideas y acciones están motivadas por el amor y la preocupación por su bienestar. Sé sincero; tu ser querido se dará cuenta inmediatamente si no lo eres. No se trata de pintarle a tu familiar un cuadro perfecto para luego decepcionarlo. Se trata de establecer una comunicación clara, honesta y comprensiva. Comenzar con una actitud negativa y de enfrentamiento no hará más que sabotear la conversación. No lo conviertas en un juego de poder ni hagas que los demás se sientan amenazados o reaccionen en forma defensiva.
Nuestra función como cuidadores es respaldar siempre a nuestros seres queridos. No es cuestión de controlar completamente su vida, a menos que se los considere totalmente incapaces de hacerlo por sí mismos debido a deficiencias cognitivas. Si cuidas a tus padres, te recomiendo encarecidamente que no adoptes la posición de que ahora ellos son como tus hijos. Es posible que en tu papel actual brindes más apoyo, pero nuestros padres siempre serán nuestros padres, y responderán mucho mejor a una actitud respetuosa y compasiva.
4. Comunícate en forma efectiva
Comienza por romper el hielo. Si no estás seguro de cómo sacar el tema, prueba con un enfoque indirecto, como, por ejemplo, hablar de un artículo o un libro que has leído, o sobre la situación de un amigo o de un programa de televisión. Encontrarás muchos buenos artículos y videos en el sitio web sobre cuidados familiares de AARP y en el canal de AARP en YouTube (enlace en inglés).
Utiliza oraciones en primera persona. Decir “tú debes…” o “lo único que tienes que hacer es…” pone a las personas a la defensiva. En su lugar, prueba a decir “estoy preocupado por…”, “quiero ayudarte con…”, “me pregunto si…” o “me gustaría ayudarte a…”.
Pide su opinión. Esta no es una conversación unilateral; pregúntale a tu ser querido cómo cree que le está yendo y qué ajustes ha considerado. Las preguntas específicas pueden ser útiles. Por ejemplo: “¿Hay algo que te inquiete o te preocupe?”, “¿El cuidado de la casa y el jardín se te está haciendo difícil?”, “¿Sería bueno tener ayuda con algunas cosas para aliviar tu estrés?”, “Me pregunto cuáles son tus deseos si llegara a sucederte algo. ¿Has creado poderes notariales?” o “¿Has pensado en qué otros cambios querrías hacer cuando llegue el momento de dejar de conducir?”.
Escucha, repite y verifica. Concéntrate en escuchar con la mente abierta; luego, repite en tus propias palabras lo que te ha dicho. Ten compasión por la situación de tu ser querido y entiende que el cambio es difícil para todos. Lo desconocido puede generar miedo y descontento en todos nosotros a cualquier edad. Querer evitar el cambio es algo normal; dile a tu ser querido que comprendes su resistencia, su enojo o su desesperanza, y que quieres ayudar para que el cambio sea más fácil. A veces las personas solo necesitan que se reconozca que les resulta difícil abordar la situación.
5. Incluye a personas clave en la conversación
A veces, contar con las personas adecuadas en la discusión puede marcar toda la diferencia. Puede ser importante incluir a ciertos miembros de la familia a quien tu ser querido escucha, o a un asesor respetado, como un abogado, un médico, un líder comunitario o religioso o un amigo. Hasta podrías considerar incluir a una persona objetiva, como un administrador de atención, un consejero, un mediador familiar o para el cuidado de adultos mayores, para facilitar la conversación.
Encara estas conversaciones con paciencia y con expectativas realistas. Tal vez sean necesarias varias charlas hasta llegar a un acuerdo y tomar decisiones. Mantente abierto a soluciones que no habías considerado y facilita las cosas todo lo posible para la persona a quien cuidas.
Por ejemplo, cuando mis hermanas y yo quisimos que nuestro padre dejara de conducir, nos reunimos con su médico de confianza, quien sacó el tema. De ese modo, a mi padre le resultó más fácil aceptar la situación. Luego, mi padre insistió en que él y mi madre se mudarían a una comunidad para jubilados porque no querían estar aislados en su hogar. Tuvimos muchas conversaciones sobre este tema tan importante. Yo visité una docena de sitios (mi hermana me acompañó a varios de ellos); luego, redujimos las opciones a tres y llevamos a mis padres a visitarlos. Nosotras estábamos de acuerdo con cualquiera de esas tres opciones, de modo que ellos tomaron la decisión final. Hablamos en muchas más ocasiones sobre los detalles de esa mudanza y el cuidado de ellos en los años siguientes. Pero lo importante es que yo hice todo lo que pude para asegurarme de que ellos se sintieran amados, respaldados, empoderados y más en control de su propia vida, sin importar la decisión que hubiera que tomar.
FUENTE: Amy Goyer es una experta de AARP.COM en asuntos de la familia y el cuidado de los seres queridos