La vida cotidiana en familia, en la práctica profesional, llevó a dos investigadoras a focalizar y trabajar sobre la creación de materiales didácticos para que los niños y las niñas puedan ser lo que quieran ser y no sean excluidos de los procesos naturales de enseñanza y de convivencia social.
Eso quedó claro en la exposición que tuvieron Anna Ivette Rodríguez Navarro y Érika Rodríguez Estrada, autoras de literatura inclusiva para niños y no tan niños, en una conferencia magistral sustentada en el marco del 2do. Encuentro Internacional de Buenas Prácticas de Inclusión y No Discriminación.
Cada una de las expositoras, narraron cuál fue el origen de las historias, cuentos, de sus libros “El Mundo Cuadrado” y “El Mundo en mi cabeza”, respectivamente, y los hechos coinciden en ser producto de su trabajo, como madres y profesionistas.
“Hablar del mundo cuadro es para mí un gusto siempre y estoy muy agradecida con este cuento, con esta obra que me ha permitido crecer en el mundo de la inclusión”, expresó Anna Ivette al recordar que la historia comenzó un día al recoger a sus hijos en la guardería y saber que otro niño no quería quedarse a danza que porque bailar era para las niñas.
Comentó que, a partir de ese momento, se preguntó qué es lo que estaba haciendo por esa situación de la vida real, aún cuando ya lo había analizado en sus investigaciones. “Todo está súper bien con mis investigaciones, pero qué hago aquí en lo cortito”.
Narró que a raíz de esa vivencia, surgieron algunos cuentos, los que conforman el libro de “El mundo cuadrado”, mismo que está ilustrado y editado por sus alumnos y alumnas de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación.
Dijo que después lo retomó el Programa Institucional por la Equidad de Género de la Universidad de Sonora y desde ese momento comenzaron a hacerse más cosas, como el traducirlo a otras lenguas, como la Seri y la Mayo, y ahora está a prueba la versión para ciegos y débiles visuales en braille y narrado también, para sordomudos.
“La idea es decirles a los niños y a las niñas que pueden ser lo que quieran ser, sin importar si son niños o niñas”, reiteró al señalar que adoptó el personaje de La Copechi para contar cuentos a los niños.
Implementan estrategias
Por su parte, Erika Rodríguez Estrada, psicóloga y maestra en terapia familiar y doctora en psicopedagogía por el Instituto EuroEspañol, habló de su cuento “El mundo en mi cabeza” cuyo personaje es una niña curiosa llamada Frida con una gran capacidad imaginativa.
Dijo que el cuento “El Mundo en mi Cabeza” es un libro que no es sólo para niños, sino que también es para los no tan niños, aunque la verdadera intensión del texto está dirigido a los padres de los niños y niñas.
“Vamos a explicar a Juan para que lo escuche Pedro de cómo se habita desde el mundo imaginario de un cuerpo infantil y miren que estamos pisando un territorio de riesgo porque nuestros cuerpos son de personas adultas”, consideró.
En el cuento, explicó que la historia nos da la oportunidad de conocer sus mundos donde ellos lo puedan expresar, con esa libertad como tal vez lo hacen en las paredes a través de sus juegos, pero con la intención potente de que sus padres puedan mirar a través de esa posibilidad de juego, la diversión, el dibujo, y al final del cuento viene una propuesta de trabajo donde se encuentran los padres con los niños y niñas.
“Es para saber cómo es aquello que habita en sus cabezas, en sus mundos, pero también los padres de familia, que es lo que me encuentro cuando leemos el cuento y que cuando los invito a dibujar, los niños actúan con tanta libertad que lo pueden hacer para hacernos entrar a sus posibilidades de comprensión”, explicó.
“Nos damos cuenta que adjudicamos y atribuimos a los niños pensamientos y sentires que prácticamente es el mundo de los rodea”, advirtió y dijo que esto nos deja ver lo que piensa y siente la niña que, incluso, pudiéramos ubicar con déficit de atención y hasta con hiperactividad.
“Sin embargo, aquí Frida, el personaje, nos está dejado ver que simplemente es una niña y que vive, siente, explora, piensa y comprende desde un cuerpo de niña”, asentó.