Le pasa a todos tarde o temprano. Llega un momento en la vida en que nos damos cuenta de que tenemos que cambiar, tenemos que tomar otra dirección, porque lo que estamos haciendo simplemente no funciona o lleva a un callejón sin salida.
Pero tomar conciencia de la necesidad de cambiar es solo el primer paso. Por lo general, después de, viene una fase en la que nos bloqueamos, nos sentimos atrapados en las decisiones del pasado y nos damos cuenta de que el ego vuelve a los malos hábitos.
Sin darnos cuenta, empezamos a insistir en la dirección equivocada y, por supuesto, no avanzamos, pero comenzamos a retroceder. Sin embargo, el esfuerzo que hacemos es tanto que terminamos agotados y desmotivados, sin darnos cuenta de lo que sucedió. La respuesta es muy simple: somos víctimas de lo que podría llamarse el «síndrome de la insistencia errónea«.
Insistir en la dirección equivocada
Imagina que es verano. Estás sentado en silencio en el sofá de tu casa y empiezas a sentirte acalorado y pesado. Para refrescarte, abres un poco la ventana. Luego abres otra ventana al frente para crear un poco de corriente.
Cuando vuelves al sofá te sientes mucho mejor, pero después de unos minutos empiezas a pensar que si abres un poco más las ventanas sentirás aún menos calor. Te levantas y lo haces. Y continúas así hasta que las ventanas estén completamente abiertas.
Finalmente te sientas tranquilo en el sofá, listo para relajarte y disfrutar del agradable flujo de aire, pero después de unos segundos te das cuenta de que el calor está de vuelta. ¿Por qué?
La respuesta es simple: de acuerdo con las leyes de la física, llega un punto en el que más se abren las ventanas y mucho más lentamente circula el aire. A menudo en nuestras vidas ponemos en práctica este tipo de comportamiento. De hecho, insistimos en la dirección equivocada cuando:
- Nos aferramos a comportamientos pasados que fueron efectivos en ese momento, pero ahora ya no lo son y pierden sentido.
- Insistimos en criticar, pensando que si lo hacemos a menudo la otra persona cambiará, cuando en realidad solo lo ponemos a la defensiva.
- Persistimos en un sueño o una idea que creemos que es brillante, sin tener en cuenta la información que el mundo real nos envía para decirnos que nos estamos moviendo en la dirección incorrecta.
- Seguimos atados a una relación de pareja, que ya no funciona y se ha convertido en una fuente de conflicto e insatisfacción.
En todos estos casos, al principio ciertos comportamientos, creencias o ideas eran perfectamente válidos y efectivos. Sin embargo, en algún punto del viaje de la vida las condiciones han cambiado y no nos dimos cuenta, así que seguimos repitiendo comportamientos viejos o aplicando creencias que se han vuelto inadaptadas. Obviamente, en este momento los resultados que obtenemos no son los que esperábamos, en lugar de seguir adelante nos sentimos varados o incluso retrocedimos.
Luego entramos en un círculo vicioso, porque empezamos a insistir en la dirección equivocada, desperdiciando fuerza y energía. Por lo tanto, en lugar de reflexionar sobre nuestras creencias fundamentales, creemos que el problema es que no hacemos todo lo que podemos, luego redoblamos nuestros esfuerzos en la dirección equivocada.
Por supuesto, vivir dentro de este ciclo, nadar constantemente contra la corriente, puede ser devastador, porque terminamos creyendo que no somos lo suficientemente capaces, cuando en realidad el problema es que tenemos que cambiar de dirección.
¿Cómo salir de este círculo vicioso?
Si últimamente te sientes atrapado en una situación que consume tu fuerza y energía sin obtener los resultados esperados, tal vez el problema es que estás insistiendo en la dirección equivocada. Hazte estas preguntas:
La vida cambia constantemente, ¿has cambiado lo suficiente? Un proverbio chino dice «no puedes controlar el viento, pero puedes controlar las velas de tu barco«. La vida cambia constantemente, pero a veces no somos capaces de adaptarnos lo suficientemente rápido a estos cambios. Pero repetir continuamente los comportamientos pasados, solo porque una vez nos funcionó, no es garantía de éxito, sino de fracaso.
Mira a tu alrededor, ¿qué señales te está enviando el mundo? A menudo insistimos en seguir un camino porque estamos demasiado centrados en nosotros mismos e ignoramos los signos que el mundo envía para mostrarnos que vamos en la dirección equivocada. Por lo tanto, haz una parada en el camino, establece una distancia emocional y trata de descifrar el significado de todos estos obstáculos, problemas y conflictos que surgen y te bloquean. Quizás solo estén allí para decirte que es mejor que tomes otra dirección. De hecho, si su plan de vida no funciona, no significa que debas cambiar la meta, sino proyectar de otra manera.
¿De qué sientes temor? A veces insistimos en la dirección equivocada porque las otras posibilidades nos asustan. De hecho, es un error común en las relaciones. Seguimos atados a una persona porque creemos que ya no encontraremos a otra, y tenemos miedo de permanecer solos.
Obviamente, esta no es una buena razón para condicionar nuestras vidas. Asegúrate de que tus decisiones expresen tus sueños y esperanzas, no tus miedos.