De los problemas que enfrenan los niños y adolescentes que regresan luego de vivir y estudiar un tiempo en los Estados Unidos hablaron en el Seminario Interdisciplinario 2022. Lengua, poder y representación en el sur global.
En el capítulo del pasado lunes 27 de junio, le tocó abordar el tema y exponer los resultados de su investigación a Anna Marie Ochoa O’Leary, docente de la Universidad de Arizona quien presentó avances del proyecto titulado “Los otros soñadores: Education and return migration of US-Mexico’s shared populations.
En su exposición, Ochoa O’Leary señaló que la académica Nolvia Cortés, del Departamento de Lenguas Extranjeras de la Universidad de Sonora, forma parte del desarrollo de esta investigación que se vio un tanto limitada por el tiempo de pandemia.
La expositora habló un poco del fenómeno de migración que ha dado desde tiempo atrás entre México y Estados Unidos, donde principalmente han sido los mexicanos los que han buscado el llamado ‘sueño americano’ estableciendo así poblaciones a las que han llamado compartidas, pues se han establecido por los diversos acuerdos de política pública y se han beneficiado y/o se han visto afectadas por otras.
“La migración siempre ha existido, pero este proceso se incrementó después de los 90; el número de indocumentados se incrementó dramáticamente y eso tiene mucho que ver con la implementación de nuevas políticas en México y también en Estados Unidos. Hemos tenido una coexistencia como vecinos, como socios comerciales y nuestras familias en México y Estados Unidos, realmente tienen un profundo lazo”, consideró.
Ochoa O’Leary mencionó cómo es que el gobierno ha hecho esfuerzos para restringir a los niños de indocumentados su asistencia a la escuela, pero esa situación cambió con el tiempo y fueron derechos que reclamaron las nuevas generaciones que comenzaron a establecerse y a comprar casa, autos y demás.
“Estos inmigrantes tuvieron la opción de empezar a perder sus casas, sus trabajos por el riesgo a ser deportados si los agarran sin papeles. Ese fue el primer contexto y el segundo que los niños pueden venir a la escuela, pero después de la preparatoria ya no pueden entrar a la universidad pues tienen que pagarla y, las cuotas que se ponen a los estudiantes foráneos o de otros países, son hasta cuatro veces más caro que lo que les costaría a un ciudadano estadounidense”, expuso.
Habló de las oportunidades que se han presentado como la Ley que promovió el expresidente Barack Obama llamada ‘Dream’ pero que ahora ha sido rechazada por el Congreso.
“Necesitamos un Congreso que pueda hacer las cosas para todos los niños, particularmente para los inmigrantes, que sea más fácil para ellos acceder a una universidad, a una educación universitaria”, añadió.
En el caso del estudio, dijo que se ha venido realizado en las llamadas poblaciones compartidas que son en las que los inmigrantes han establecido sus raíces. “Es aquí donde esta concentrada la investigación, con inmigrantes que han enfrentado la inmigración y a los que regresaron a México, o que se regresaron ellos mismos por el temor a ser deportados”.
Es un problema de población
Algunas de las respuestas, dijo, van encaminadas al temor de no saber cuál va a ser su futuro, pero la mayoría dice que si pudieran, se regresarían a los Estados Unidos.
Pero, ¿qué pasa con sus metas educativas, las cambian cuando regresan a México? “Pero no sabemos bien qué es lo que sucede, porque en vez de que las poblaciones se vayan, se mezclan con la población y muchos de los maestros, sus profesores en las escuelas, ni siquiera saben que vienen de allá, de Estados Unidos”.
En la investigación, explicó, nos pusimos a encontrar las respuestas a nuestros planteamientos sobre sus comportamientos, planificación de metas, actividades, estrategias, factores que ayudan, factores que dañan, el rol que juegan los integrantes de la familia, las personas que no son de la familia, el gobierno, las escuelas, etcétera.
“Decidimos entrevistar a doce individuos de tres grupos diferentes”, comentó al señalar que serían los grupos de jóvenes adultos, adolescentes o, padres o cuidadores.
“La educación es una meta a largo plazo, son cuatro, cinco o hasta seis años, es algo muy extenso, no nos sucede rápido”, apuntó y señaló que “encontramos algunas opciones para llegar a ellas, como aplicar para una beca o la ayuda de los padres, que fue lo que encontramos mucho con la decisión de buscar para los hijos una escuela bilingüe”.
Independientemente de las metas, observamos que la mayoría de las familias de migrantes encuentran un choque cultural a su regreso, pues realmente no saben qué hacer, principalmente, porque no tienen un español académico que les permita tener éxito y estar aquí es un retro hablar español, porque no lo hablan ‘bien’.
“Primero reciben burlas por no hablar bien español, y deciden no hablar para que no se burlen de ellos y eso los lleva a la invisibilidad muchas veces, por lo que ahí la importancia de que los maestros debemos ayuda para evitar el bullying”, añadió.
Reiteró que el trabajo de investigación está en proceso y los datos se van a analizar para poder elaborar un reporte que contribuya a la literatura académica de esta problemática.