Es importante el fomento de una participación más equitativa para las niñas y mujeres en los campos científicos en realacion a los hombres así como luchar por el fortalecimiento de la situación en sociedad de niñas y mujeres de todo el mundo.
Hoy hacemos un repaso por esas mujeres imprescindibles, sin las que nuestro mundo, tal y como lo conocemos, no habría sido igual.
Estamos seguros que conoces los nombres de los inventores masculinos más famosos cuyos inventos también transformaron nuestra realidad: Galileo Galilei, Leonardo da Vinci, Alexander Graham Bell, Thomas Alva Edison, Nikola Tesla, Louis Pasteur, Tim Berners-Lee, Steve Jobs…). Pero, ¿conoce las muchas mujeres cuyas ideas revolucionarias e innovadoras en ciencia y tecnología también mejoraron el mundo en el que vives?
Las mujeres inventoras no son reconocidas con tanta frecuencia como los hombres. Muchas sufrieron lo que se conoce como “Efecto Matilda”, una práctica muy habitual en el pasado en la que miles de científicas vieron cómo sus investigaciones, trabajos, estudios, descubrimientos, eran atribuidos a hombres a pesar de ser ellas las verdaderas descubridoras o inventoras.
Aún queda mucho camino por recorrer y esperemos que el caso de tantas científicas que cayeron en el olvido, como Nettie Stevens, conocida posteriormente como la descubridora del sistema XY de determinación del sexo (cuyos descubrimientos fueron atribuidos al genetista Thomas Hunt Morgan), Marthe Gautier, quien descubrió la anomalía cromosómica que provoca el síndrome de Down (y cuyo hito fue atribuido al pediatra y padre de la genética moderna Jerome Lejeune) o, quizá el caso más conocido, el de la química británica Rosalind Franklin, quien descubrió, entre otras cosas, la estructura del ADN (y cuyo reconocimiento en forma de Premio Nobel no recibió ella sino sus compañeros Francis Crick y James Watson), sea cosa del pasado en nuestro futuro.
La historia de la ciencia tiene muchos nombres masculinos, pero también femeninos. Hoy te hablamos de una gran cantidad de inventos obra de mujeres, de ayer y de hoy.
Son inventos extraordinarios que hoy no existirían si no fuera por ellas. ¿Cuántos conoces?
Responsable: Patricia Bath, inventora y oftalmóloga contemporánea de Harlem, Nueva York (EE. UU.). Fue la primera doctora afroamericana en recibir una patente médica. En 1986, inventó la sonda Laserphaco Probe, que revolucionó el tratamiento de las cataratas. Este dispositivo médico mejoraba el uso del láser para eliminar las cataratas en los ojos, la causa más común de pérdida de visión en las personas mayores de 40 años y principal causa de ceguera en el mundo. También fue la primera mujer miembro del Instituto del ojo Jules Stein, primera mujer en dirigir un programa de posgrado en oftalmología, y primera mujer elegida empleada honoraria del Centro Médico UCLA. Escribió más de 100 artículos científicos.
La física estadounidense Shirley Jackson es la creadora de una gran cantidad de inventos. Para empezar, esta licenciada por el Instituto de Tecnología de Massachusetts en 1973, fue la primera mujer afroamericana en obtener un doctorado en física nuclear en el MIT. Entre sus inventos, destacan sus experimentos con la física teórica que allanaron el camino para numerosos desarrollos en el espacio de las telecomunicaciones, incluido el teléfono de tonos, el fax portátil, el identificador de llamadas, la llamada en espera y el cable de fibra óptica.
La mujer que creó la VoiP (voz sobre iP), la tecnología que nos permite comunicarnos a través de audio y vídeo a través de Internet es Marian Croak. Es la desarrolladora acreditada de la mayoría de las características del protocolo de voz sobre Internet que llevaron a su adopción casi universal. Esta mujer afroamericana tiene en su haber más de 125 patentes en tecnología VOIP, la misma tecnología empleada por compañías tan populares como Skype o Zoom.
Aún a día de hoy lo seguimos utilizando. El tipp-ex o papel líquido es invención de Bessie Nesmith Graham, una mecanógrafa y diseñadora industrial estadounidense quien trabajaba como secretaria cuando inventó este corrector líquido que no era sino una sustancia blanca que se secaba rápidamente al aplicarse sobre un folio de papel y que conseguía tapar las faltas de mecanografía. De hecho, lo ideó para uso personal pero finalmente creó su propia compañía, la Liquid Paper Corporation para comercializar el producto.
La bolsa de papel con fondo plano es obra de la inventora estadounidense Margaret Knight, una creadora excepcionalmente prolífica a finales del siglo XIX. De hecho, la llamaban “la dama Edison” o “una mujer Edison” al compararla con el también inventor Thomas Alva Edison, con gran fama por parte del público. Knight ideó un dispositivo de seguridad para telares textiles. También se le otorgó su primera patente en 1871, con la que os presentamos a Knight como inventora, para una máquina que cortaba, doblaba y pegaba bolsas de papel de fondo plano, eliminando así la necesidad de que los trabajadores las ensamblaran lentamente a mano (mecanizó así todo el proceso de fabricación: corte, doblado y pegado) y muchas otras ideas más. En total registró 27 patentes a lo largo de su vida, por inventos que incluyen máquinas para fabricar zapatos, un “escudo de vestir” para proteger las prendas de las manchas de sudor, un motor rotativo y un motor de combustión interna.
Probablemente la inventora y científica más conocida de esta selección. Marie Curie es la protagonista, aparte de por descubrir la radioactividad junto a los elementos químicos polonio y radio, esta mujer que dedicó toda su vida a la ciencia, inventó el primer aparato de radiografías móvil. No era sino un coche equipado con una máquina de rayos X, una sala oscura para revelado y una dinamo que generaba toda la electricidad necesaria para que únicamente fuese necesario el motor del coche para que su invento funcionara sin problemas. Una creación que salvó miles de vidas de soldados durante la Primera Guerra Mundial y cambió la medicina. Marie Curie se convirtió en la primera mujer en ganar un Premio Nobel, aunque tuvo que compartir el honor con su esposo Pierre y otro científico llamado Henri Becquerel que estaba haciendo un trabajo similar sobre la radiactividad al mismo tiempo que los Curie. También sabemos que todos esos años trabajando con elementos radiactivos le pasaron factura y falleció en 1934 de anemia aplásica, una enfermedad relacionada con la exposición a la radiación.
¿Quién inventó los acuarios? La naturalista francesa Jeanne Villepreux-Power, una apasionada de la biología marina, es la responsable de la creación de los acuarios como método para investigar el mundo marino. Gracias a los acuarios, los investigadores y curiosos podían estudiar la vida marina con mayor facilidad. Villepreux-Power creó el primer acuario de cristal para poder observar a los moluscos del género Nautilus en condiciones controladas, demostrando que fabricaba su propio caparazón y no lo tomaba prestado de otro organismo, como sostenía la opinión popular. Fue una mujer completamente autodidacta y, sin duda, una de las pioneras en la preservación de la naturaleza. Se convirtió en la primera mujer miembro de la Academia de Catania así como en más de una docena de academias científicas.
A la inventora estadounidense Nancy Johnson le debemos la invención de la máquina de hacer helados, un dispositivo basado en un congelador de helado con manivela, que data de 1843. La máquina era una especie de batidora de helados con manivela que nació precisamente porque a Nancy le llevaba demasiado tiempo preparar helado (siempre a mano y de forma muy intensiva). Así que este invento redujo el proceso. Pronto su invento se hizo famoso y muchas tiendas ofrecían helado hecho con esta heladera, que revolucionó la fabricación de los helados.
La ingeniera aeroespacial Yvonne Brill patento un sistema de propulsión con hidracina para mantener un satélite en una órbita geoestacionaria fija durante más tiempo y con una carga útil mayor que otros métodos anteriores. Fue en 1967. Así es, inventó el sistema de propulsión que evita que los satélites de comunicación se salgan de órbita. Inicialmente quería estudiar ingeniería, pero la universidad le negó la admisión porque no podían acomodar mujeres. Durante su vida, Brill contribuyó a los sistemas de propulsión de TIROS, el primer satélite meteorológico; Nova, una serie de diseños de cohetes que se utilizaron en misiones lunares estadounidenses; Explorer 32, el primer satélite de la atmósfera superior; y el Mars Observer, que en 1992 casi entró en la órbita de Marte antes de perder la comunicación con la Tierra.
La reconocida matemática especialista informática estadounidense, Grace Hopper, es la precursora del lenguaje COBOL, un compilador importantísimo en el desarrollo de la informática moderna. Fue la primera programadora que utilizó el ordenador Mark I de Harvard, una máquina de cinco toneladas que ocupaba toda la habitación. Aparte de su labor informática, Hooper también es considerada toda una patriota; tanto es así, que un destructor de la marina estadounidense, lleva su nombre: el USS Hopper.
La matemática estadounidense Gladys West fue clave en la invención del sistema de navegación por satélite, GPS. Gracias a su trabajo, se desarrolló el sistema de posicionamiento global más conocido en todo el mundo y sin el que, anteriormente, muchos nos perdíamos por las carreteras. Después de una educación universitaria en la que los hombres la superaban en número, esta mujer afroamericana comenzó a trabajar en el Naval Surface Warfare Center. Sus datos, fruto del análisis de satélites y programación en un ordenador IBM para crear cálculos precisos de la forma de la Tierra, se convirtieron en la base del actual GPS.
El primer sistema de seguridad para el hogar fue inventado por una enfermera afroamericana. Se trata de Marie Van Brittan Brown, quien preocupada por las amenazas de seguridad en su hogar, ideó un sistema de alerta si individuos extraños se acercaban a su puerta y se pondría en contacto con las autoridades pertinentes lo antes posible. Su invención original consistió en mirillas, una cámara, monitores y un micrófono de dos vías. El broche final fue un botón de alarma que, cuando se presionaba, comunicaba inmediatamente con la policía. Su patente sentó las bases para el moderno sistema de televisión de circuito cerrado que se usa ampliamente para vigilancia, sistemas de seguridad para el hogar, dispositivos de alarma con botones, prevención de delitos y monitoreo del tráfico. Brown y su marido, que era electricista y que le ayudó a construir el dispositivo, recibieron la patente en 1969. La primera de su tipo.
Katherine Blodgett fue la primera mujer en doctorarse en física en la Universidad de Cambridge allá por 1926. En 1938 inventó el microfilm de estereato de bario, una película que permite convertir cualquier cristal en un cristal no reflectante, una invención empleada habitualmente en gafas, cámaras fotográficas, telescopios, lentes de proyectores, microscopios… Durante su trayectoria, registró 8 patentes en Estados Unidos y 2 en Canadá.
Una prenda que cambiaría la vida de las mujeres. El sostén o sujetador es obra de Caresse Crosby. ¿Cómo surgió la idea? Crosby, una joven que vivía en la ciudad de Nueva York estaba harta de los corsés voluminosos y restrictivos que tenían que emplear mujeres. Siempre inquieta, diseñó un “sostén sin espalda”. Recibió la patente en 1914 y fundó la empresa Fashion Form Brassière Company con la intención de fabricar y vender su sostén aunque, finalmente vendió la patente a Warner Brothers Corset Company por apenas 1.500 dólares, que comenzó a vender sus sujetadores de forma masiva en todo el mundo.
A la afroamericana Alice H. Parker le debemos no morirnos de frío durante los inviernos. Inventó una caldera que suministraba calefacción central para edificios y casas. Poco después de la Primera Guerra Mundial, Parker encontró una manera de mantener las casas calientes sin tener un fuego real en la habitación. La patente fue presentaba el 23 de diciembre de 1919 y su sistema de calefacción central utilizaba conductos de aire para difundir el calor alrededor de la casa desde un horno central que quemaba gas natural. Este invento permitía controlar la cantidad de calor que llegaba a las distintas áreas de un edificio y allanó el camino para los sistemas de calefacción central que usamos a día de hoy.
Si has transmitido en alguna ocasión un vídeo a través de HULU y Shockwave, se lo debes a Lisa Gelobter. Esta mujer afroamericana es la inventora de la animación en internet. Gelobter participó activamente en la llegada de Shockwave, una tecnología que dio el pistoletazo de salida a la animación web. Sentó las bases del programa al desarrollar la animación utilizada para producir “GIF”, que tanto usamos hoy día. También jugó un papel importante en el surgimiento del vídeo online. Es CEO y fundadora de tEquitable.com, una plataforma independiente y confidencial para abordar problemas de prejuicios, discriminación y acoso en el lugar de trabajo.
La patente del limpiaparabrisas data de 1903 y el invento es obra de Mary Anderson. Esta promotora inmobiliaria y viticultora estadounidense, se dio cuenta que los conductores de los vehículos tenían que abrir las ventanas si se ponía a llover si querían ver a través de los cristales del coche, por lo que diseñó un dispositivo de limpieza que se controlaba desde el interior del vehículo. Su invento podía limpiar nieve, aguanieve o lluvia de un parabrisas. Fue todo un éxito (y aún a día de hoy sigue siendo indispensable).
Hace más de un siglo que la condesa de Lovelace, la británica Ada Lovelace, inventó la programación. Es reconocida como la primera programadora de la historia porque fue la persona que escribió el algoritmo informático original para una máquina que ni siquiera existía todavía: la máquina analítica (que su mentor, Charles Babbage nunca llegó a construir). En sus escritos, allá por el siglo XIX, Lovelace sugirió que se podría desarrollar un código que le permitiera a la máquina procesar letras y números. También se le ocurrió la idea de una serie repetida de instrucciones que todavía se utilizan en los lenguajes informáticos actuales. Lo curioso es que sus ideas no recibieron atención hasta un siglo después de su muerte, cuando B.V. Bowden las volvió a publicar en el libro de 1953 Faster Than Thought: A Symposium on Digital Computing Machines.