¿Conoces la sensación de “sentirte bien” que se obtiene cuando realizas una buena acción para otra persona? Según un estudio realizado en Zurich, ese sentimiento de felicidad tiene una base neural dentro de la mente. El estudio muestra cómo los actos de generosidad desencadenan una respuesta en el cerebro que crea el sentimiento de felicidad.
Aunque no se supone que debes dar para recibir, resulta que no puede haber escapatoria a tal concepto. Debido a que el dar nos hace felices, el cerebro puede estar conectado para hacer precisamente eso: dar, una y otra vez.
Por supuesto, en una sociedad donde se nos enseña a no ser egoístas, esta puede ser una noción contra-intuitiva. Pero uno tiene que preguntarse: ¿es realmente tan egoísta sentirse bien?
Considera el estudio en Zurich, que implicó un experimento con 50 personas.
Según estudios la generosidad puede causar excelentes efectos en el cerebro
Los voluntarios se comprometen a gastar dinero en otros por un tiempo acordado. El otro grupo, mientras tanto, gastó dinero en sí mismos. Los resultados fueron consistentes. Los investigadores descubrieron que, el grupo que se comprometió a regalar dinero reportó ser más feliz que aquellos que gastan dinero en sí mismos.
Y lo más notable, tal vez, el grado de felicidad de los miembros del generoso grupo, fue independiente de las cantidades de dinero que gastaron.
Además, las exploraciones imágenes de resonancia magnética, (IRM), revelaron que un área del cerebro vinculada a la generosidad desencadenó una respuesta en diferentes partes relacionadas con la felicidad.
Y con la forma en que funciona el cerebro, una vez que obtienes el “sabor” de un químico cerebral de “sentirse bien”, quiere más. Es como la declaración, “el trabajo duro es su propia recompensa”, pero en este caso, sentirse bien por ayudar a otros, sirve como la recompensa que busca el cerebro.
Piensa en los resultados mutuamente beneficiosos. El beneficiario está contento porque obtienen algo. También tienen conocimiento de que alguien pensaba en ellos, lo que podría añadir una dosis extra de alegría. Y el dador, habiendo dado, también se siente bien. En este escenario, se crea un ciclo ascendente donde las personas ayudan a la gente y se sienten bien al respecto.
Con los beneficios desbordantes para todos los involucrados, es difícil justificar el etiquetado de este comportamiento como egoísta. Y podría haber más que sólo crear un ciclo de felicidad.
Ser generoso es clave para la supervivencia como especie
Los expertos han indicado que el apoyo social a menudo se pasa por alto en ser beneficioso para la salud. Y lo que es más, un ciclo de conducta generosa también podría ser clave en nuestra supervivencia como una especie, de acuerdo con Psychology Today. Esto mueve para la humanidad, una red de bienestar, una comunidad de salud.
“La generosidad y la felicidad mejoran el bienestar individual y pueden facilitar el éxito social“, escribieron los investigadores. “Sin embargo, en la vida cotidiana, la gente subestima el vínculo entre la generosidad y la felicidad y, por lo tanto, pasan por alto los beneficios de gastar” en otras personas.
Quizás todos necesitamos agregar una dosis sustancial de hacer actos de generosidad por otros en nuestra vida cotidiana. Los resultados realmente valdrían la pena.