El Observatorio ciudadano nacional del feminicidio nuevamente llama la atención hacia lo que ocurre en Sonora.
El asesinato reciente de la activista Gladys Aranza que pertenecía a los colectivos de búsqueda de desaparecidos y posterior amenaza a otra de sus integrantes, Cecy Flores, son hechos recientes que abonan al clima de inseguridad y vulnerabilidad especialmente para las mujeres.
El principal enfoque en la postura del Observatorio es la insistencia en la declaratoria de Alerta de género para Sonora toda vez que el crimen y la amenaza ocurren en uno de los municipios para los cuales se ha solicitado esa medida: Guaymas.
El puerto se ubica en el lugar número 34 entre los municipios con más feminicidios en México, le ganan Cajeme en el sitio 33 y Hermosillo en el 6.
Cajeme, Hermosillo, Guaymas, Nogales, Caborca y San Luis Río Colorado, aparecen entre los 50 más violentos de México; todas ellas, salvo Guaymas, están incluidos en la Alerta de Violencia de género solicitada por colectivos de mujeres y también desde el Ejecutivo estatal y es que no hay que olvidar que Sonora se encuentra en segundo lugar nacional por el número de mujeres asesinadas en razón de género.
La numeralia no es nada alentadora. Sonora ocupa el octavo lugar en homicidios dolosos contra mujeres y desde el 2017 el primer lugar en la tasa de llamadas de emergencia por violencia familiar.
Pero hay otras verdades que se señalan en el documento y que bien vale la pena rescatar y destacar, como por ejemplo la necesidad de una autocrítica de los tres niveles de gobierno sobre la eficacia en las políticas de prevención de la violencia feminicida y desaparición de personas; el reto que los agresores de mujeres con sus acciones lanzan al Estado, la necesidad de que las acciones de la autoridad vayan más allá de presentar públicamente a los responsables, entre otras.
El Observatorio señala también que las autoridades han sido negligentes para atender la violencia familiar lo que ha facilitado que muchos hombres violentos terminan siendo los feminicidas de sus parejas y ex parejas pero utilizando las estrategias del crimen organizado y con lo cual el delito se clasifica como homicidio y se ignora el contexto que en muchos casos aporta razones de género en los asesinatos de mujeres y niñas.
Desde los colectivos, los medios de comunicación y también hay que abonar el esfuerzo de las autoridades con diversos programas, se han intentado acciones, pero la situación sigue siendo muy delicada, peligrosa, abrumadora, desesperante… a las mujeres nos siguen matando y sería bueno intentar frenar esa dinámica ahora con la Alerta de género.
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