Un primero de julio de 1981 se publicó en El Sonorense la primera entrevista que realicé. Fue a Humberto Zurita. Ahí a los 15 años descubrí que eso era lo mío y aquí sigo… sin creerme una experta en todo y en nada, descubriendo cada día que fue el mejor camino que elegí, guiada por mi hermana Olga, quien vio en mi algo que la hizo insistir hasta que opté por este camino, para algunos incomprendido, pero para otros y otras, como yo, una fortaleza donde resguardarme.
No sé que podría escribir, sin caer en lo que llaman “lugares comunes”. No sé si sean muchos, pocos o suficientes estos años para saber si fue bueno el camino que tomé o fue una equivocación, porque no es “bastante” lo que se gana para pretender hacerse ricos o llevar por lo menos una ganancia que te permita vivir tu vejez de manera cómoda.
Lo que sí puedo decir es que he disfrutado casa paso, cada etapa de esta vida dentro de la reporteada o el periodismo. Inicié en una fuente nada “aceptable” por algunos compañeros, como lo es los espectáculos, lo que me abrió el camino hacia lo que es y fue para mí la “fuente” más enriquecedora que fue la cultura.
Entrevisté a muchos artistas, logré exclusivas no valoradas por mis jefes porque eran “solo gente de espectáculos”, pero a mí me dejaron satisfacciones muy especiales, como “ganarle” a la inmediata competencia de entonces y sentir la adrenalina de ese momento, que con ese “no sé qué” que aún no descubro, lograr la confianza del personaje para darte la oportunidad, también saboreé la frustración de ver como esas exclusivas eran “pirateadas” por corresponsales nacionales, sin que mis jefes pudieran hacer nada para defenderme o por lo menos me dieran el crédito, pero me quedo con el buen sabor de boca de haberlas logrado.
Mi paso por El Sonorense y luego El Independiente, me abrió nuevos horizontes. Ahí hice mi preparatoria, mi carrera, me titulé y luego cambié el rumbo y gracias a Soledad Durazo llegué a Radio Sonora, pero no sólo cambié de espacio físico, sino también de perspectiva, porque con la mano en la cintura y sin siquiera preguntar si me sentía capaz, me mandó a la fuente política. Me enojé, pero ahora agradezco ese cambió, porque aprendí muchos estando ahí, supe que no era tan diferente al espectáculo que vivía antes y me enseñó que la vida no es solo color de rosa, bambalinas y candilejas.
De eso ya han pasado muchos ayeres y cambios de trabajo, todos con mucho que aportar a mi crecimiento, hablar de cada a uno de mis trabajos me llevaría mucho tiempo, ahora en mi madurez como persona y profesional solo tengo agradecimiento a la vida, a Dios a todos y todas los que dieron la oportunidad de demostrar de lo que estoy hecha. Agradezco el haber conocido a personas maravillosas, maestros en su momento, tanto de la profesión como de la vida. Amigos, amigas que se han vuelto familia y me han marcado el paso en esta trayectoria.
También en estás andanzas he tenido oportunidad de probar en otras áreas, como encargada de comunicación en el Consejo Estatal Electoral, Colegio de Notarios, Cruz Roja Hermosillo, Conafe Sonora, Fundación Cano Vélez y hasta he ganado el Premio Estatal de Periodismo en 1996, por crónica en radio “Colosio, antes y después” y el Premio Estatal de Periodismo por crónica de prensa escrita en el 2001, con el trabajo “El conde, un fantasma en Radio Sonora” y hasta escribí un libro al lado de Paty Ríos, “Pilares, sus años de ensueño”, y sí ha sido muy satisfactorio para mi ego.
No creo ser más, ni menos que nadie, simplemente soy la Rossy Oviedo, la Rosa, que a pesar de no buscar riqueza en esto, ha obtenido lo mejor de la profesión, y eso quizás apenas yo lo valoro, por lo demás gracias, gracias, gracias a Dios por permitirme llegar hasta este lugar tan incomprendido y “mal agradecido”, como increíble y esperanzador.