Si algo ha llamado la atención en los últimos años han sido los cientos, incluso miles, de desaparecidos que ha habido no solo en el país, sino también en el estado de Sonora. Y aunque las razones detrás de estas desapariciones pueden ser muy variadas, una forma que tristemente se ha vuelto común de encontrarlos es en fosas clandestinas y sin vida, sin discriminar género o edad.
Pero hay un grupo particularmente vulnerable dentro de estas cifras: las niñas, niños y adolescentes.
En 2023 desaparecieron 9,347 menores a nivel nacional; en Sonora fueron 22, de los cuales solo 7 fueron localizados. Para 2024, la cifra nacional subió a 10,355 casos (un aumento del 10.78%), y en Sonora se disparó a 258, un incremento del 1072.73%. Aunque 190 fueron encontrados con vida, 68 siguen sin ser localizados, lo que representa un aumento del 325% en menores no localizados en solo un año.
(Datos nacionales 2023)
(Datos nacionales 2024)
(Datos Sonora 2023)
(Datos Sonora 2024)
Este salto genera preguntas urgentes:
¿Qué está ocurriendo con la niñez y adolescencia en Sonora?,
¿Por qué se dispararon las desapariciones?,
¿Se está visibilizando el problema o silenciando?
Según declaraciones del gobernador de Sonora “Uno de los problemas que se presenta con frecuencia, lo estamos viviendo lamentablemente… los familiares se inconforman por la ausencia de uno de sus integrantes. Quiero decirles a ustedes y a la sociedad, que en el 97.2 por ciento de los homicidios que ocurren en el estado, las víctimas se esmeraron en el transcurso de su vida en crear un entorno de riesgo, en virtud de las actividades ilegales en las que estuvieron involucrados” mencionó el 10 de enero del 2025 en el Día del Policía.
A su vez, datos de la Fundación Nueva Generación Sonora, revelan que los delitos más comunes entre adolescentes internados son posesión de armas (25%), robos (17%) y narcomenudeo (11%), entre otros. Lejos de justificar las desapariciones, estos datos muestran cómo el contexto de vulnerabilidad facilita el acercamiento al crimen organizado.
En Hermosillo, entre enero y marzo de 2025 se registraron 96 aprehensiones de menores por faltas administrativas y 28 por delitos como portación de armas y narcóticos. En marzo, las detenciones por delitos aumentaron 166% respecto a los meses anteriores.
La FGR documentó que al menos 22 menores, entre 11 y 14 años, fueron reclutados por cárteles en municipios como Caborca y Sonoyta, utilizados como sicarios, “halcones” o traficantes. El enganche ocurre vía redes sociales o por reclutadores locales, a menudo familiares. En muchos casos hay coerción: amenazas, secuestros o intimidación a sus familias.
Pobreza, deserción escolar y violencia normalizada hacen que el narco parezca una salida viable para muchos jóvenes. Y los cárteles lo saben: buscan menores por ser manipulables, poco visibles y con penas reducidas.
Mientras el número de menores desaparecidos en el país creció poco más del 10%, en Sonora fue de más del 1000%. No son cifras: son 68 niñas y niños que siguen sin volver a casa.
El problema crece y las respuestas siguen siendo insuficientes. La narrativa oficial culpabiliza a las víctimas y oculta las causas reales: abandono, falta de oportunidades y crimen organizado. Nombrar el problema es el primer paso para enfrentarlo. Sonora tiene una deuda con su niñez. La pregunta sigue siendo: ¿cuántos niños, niñas y adolescentes más?