Cuando somos responsables de la educación de niños, ya sean propios o porque somos adultos influyentes en ellos, podemos darnos cuenta que el tema sobre la música es, sin duda, uno que surgirá en algún momento y las respuestas no siempre son tan claras. Es decir: ¿debemos o no ponerles la música que nos gusta? ¿Cuál es la forma ideal de influirlos en algún género o para cultivar el gusto en general por la música? Y, ¿por qué esto es tan importante?
Resultaría difícil enumerar las ventajas de inculcar el gusto musical en niños. Ya con anterioridad hablamos sobre los enormes efectos de la música en nuestro cuerpo, según la ciencia, y concluíamos que la música fortalece el lenguaje, la concentración, calma la ansiedad, cambia los estados de ánimo y nos da herramientas para aprender otros idiomas y concentrarnos, por mencionar algunas.
Así pues, repasemos algunos aspectos que pueden ser útiles para los adultos que buscan que los pequeños enriquezcan su gusto por la música.
Sin presión
Como sucede con otros hábitos y cosas importantes que buscamos inculcar en los niños, como la lectura por ejemplo, a veces caemos en el error de presionarlos, de ser estrictos o pensar que como se obtendrán beneficios de ello “más tarde lo agradecerán” y muchas veces esto resulta contraproducente. Debe hacerse de una manera sutil y divertida; para esto podemos echar mano de canciones infantiles, que son sencillas, repetitivas y rítmicas. En los diversos métodos de enseñanza de educación musical se sugiere la integración y el juego, el acompañamiento con ritmos y canto. Esto ejercita la destreza motriz y la verbal, por ejemplo. No necesitamos ser maestros de música para esto, dijimos sin presión, y esto también nos incluye.
Presionar a los niños o ser estrictos con ellos por la música que consideramos deberían escuchar puede resultar contraproducente
Con los niños más grandes podemos hablar sobre la importancia de escoger música para hacer tarea o deberes. Pero, sobre todo, apoyarlos en lo que a ellos les vaya gustando. Es decir, con el tiempo, y mientras se acercan a la adolescencia o están en ella, los chicos pueden inclinarse por música que escuchan los demás o lo que está de moda, y esto no siempre debe hacer saltar las alarmas.
De hecho, se estima que existe una etapa ideal para definir los gustos musicales y esta comprende de los 14 a los 24 años. En esta etapa, las emociones y los cambios están a tope, además, comenzamos a definirnos como individuos y diferenciarnos de los demás. Sí, incluso de los padres, pero que no decaiga el ánimo al creer entonces que nuestro hijo, o niño en cuestión, no apreciará el artista que nos apasiona, eso lo veremos un poco más delante.
Toleracia y criterio
Estos dos aspectos son necesarios tanto para los adultos formadores como para los niños en formación. Es decir, si un chico nos muestra la canción que más le gusta, como me sucede con mi hija, a pesar de lo que se pueda opinar, lo aconsejable es aprovechar esas situaciones como una oportunidades. En vez de criticar la canción en base a nuestro gusto, podemos optar por señalar elementos que están bien hechos como la estructura, la voz o el ritmo y señalarle al chico que, a su vez, cuando se trata de música no todo está en el gusto, sino en reconocer los elementos que la conforman. Así, cuando sea nuestro turno de poner ese disco que nos ha acompañado mucho tiempo en nuestra vida (ese que creemos nunca pasará de onda) y creemos que es lo mejor del mundo pero el niño hace gestos, es momento de pedirle tolerancia y que se exprese con criterio, un “no me gusta” no basta.
Sobra decir que la influencia de los padres está en todos los sentidos de la formación y educación de un niño. Es como dijo nuestro pediatra: “¿Quiere que un niño coma verduras? Cómalas usted, los niños aprenden de los padres hasta como pararse”. Entonces, que no escatimen los esfuerzos si quieres que a tu hijo le guste Ozzy o Café Tacuba, ponle play y disfruta, baila, canta, pídele que diga dos cosas que le agradan y que exprese lo que no. Aunque, ojo, puede ser que no le guste nunca y aquí regresa la importancia de ser tolerantes; algo prioritario que todos los padres debemos entender mejor antes que tarde: la mayoría de las veces las expectativas de los padres salen sobrando para los hijos, y esto no es precisamente algo negativo.Ahora bien, habría que replantearnos si lo que queremos es que le guste nuestra música o aprecie la música, que es muy distinto. En el marco teórico de una investigación de la UNAM titulada: ‘Influencia del Conocimiento Musical Sobre el Gusto Musical’ menciona lo siguiente sobre el trabajo de Brent Hugh:
Así pues, en el párrafo anterior podemos apreciar la importancia de apoyar a los niños en escuchar más allá de lo que está de moda o lo que nosotros mismos les hacemos escuchar, esto podría retrasar la etapa mencionada líneas arriba en la que se define el gusto musical o, mejor, que el gusto sea flexible y siga aprendiendo de la riqueza de otros ritmos, otras épocas y otros estilos musicales de los conocidos e inmediatos, durante toda su vida.
Tocar un instrumento
Sin duda, tocar un instrumento traerá grandes beneficios para quien lo haga. Además de lo provechoso que puede ser a nivel cerebral e, incluso, en el sistema inmunológico, también trae consigo grandes ventajas para el niño como mejorar su autoestima, favorecer la integración con los demás, mejorar la atención y la inteligencia. En el mismo documento de la investigación de la UNAM señala que la educación musical sí influye en los gustos musicales y que a estos individuos con formación musical les gusta la misma por ser un medio de expresión; además dice que los géneros que prefieren están inclinados hacia la música culta. Por el contrario, a las personas sin formación musical les gusta la música por que las relaja y estos prefieren géneros musicales asociados con la música popular.