De Venecia a Río de Janeiro, de Barranquilla a Nueva Orleans, hay una celebración que cada año atraviesa las barreras de edad, género, raza y nacionalidad y convoca a millones: el carnaval. Para rastrear su origen hay que hacer un largo viaje en el tiempo.
¿Raíces paganas?
El origen histórico de la festividad no está claro, según la Enciclopedia Britannica, que identifica dos posibles raíces: las fiestas dedicadas al dios Saturno en el Imperio romano pagano y una celebración primitiva que “honraba el comienzo del nuevo año y el renacimiento de la naturaleza”.
Hacia esta antigüedad se remonta la New Carnival Company, una organización sin ánimo de lucro inglesa, que sitúa el antecedente más remoto en el antiguo Egipto. Allí, afirma, se llevaba adelante un festival pagano llamado Sham El-Nessim que celebraba el comienzo de la primavera y en que se encuentra la primera semilla de nuestra fiesta.
Siglos después —con las campañas de Alejandro Magno mediante— los griegos adoptaron la fiesta, y luego los romas, dice la organización. Se la llamó Bacanal, en honor al dios Baco, también conocido como Dionisio (un “dios de la naturaleza, de la fecundidad y la vegetación, especialmente conocido como dios del vino y el éxtasis”, tal como lo describe Britannica). Esas fiestas contaban con abundante canto, baile y vino y un “comportamiento de excesos”, dice la New Carnival Company.
Otros rasgos del carnaval pueden remontarse a la Fiesta de los Locos, dice la organización. En este celebración popular en la Edad Media se elegían un papa u obispo de broma y se parodiaban los rituales eclesiásticos, según la Enciclopedia Britannica. “La gente llevaba máscaras de animales y ropa de mujer, cantaba canciones obscenas, recitaba discursos disparatados y corrían como locos por las calles”, cuenta por su parte la organización promotora de la celebración del carnaval.
La tradición católica detrás del carnaval
Como ha sucedido con otras festividades paganas, los cristianos adoptaron este festival y le otorgaron su propio sentido, al que es posible acercarse a través de la palabra. Aunque su origen exacto es “incierto”, según Britannica, puede provenir de dos expresiones en latín, carnem levare o carnelevarium, que significan quitar la carne.
Esto coincide con que el hecho de que el carnaval es la celebración previa al inicio de la cuaresma, un período de austeridad de 40 días previo a la Pascua en el que los católicos se abstenían de comer carne, entre otras prácticas ascéticas.
De amos y esclavos
Para la comprensión del carnaval moderno más popular del mundo, el de Río de Janeiro, entre otros, hace falta sumar otra pieza: las tradiciones africanas.
Con la llegada de Cristóbal Colón a América y la conquista del territorio, el carnaval cruzó el océano, explica la New Carnival Company.
Los dueños de las plantaciones celebraban hasta el miércoles de cenizas con desfiles por las calles y bailes con disfraces que remitían a las tradiciones del Viejo Mundo. Mientras tanto, los esclavos traídos de África también celebraban fiestas con sus propias tradiciones, que estaban vinculadas a la quema y la cosecha de la caña de azúcar y donde las máscaras y las mímicas eran clave.
Eventualmente, tras su liberación, se incorporaron a la celebración del carnaval, que hoy es en el mundo una amalgama de distintas tradiciones.
En EE.UU., por ejemplo, el Mardi Gras (martes gordo o graso), en el último día del periodo de Carnaval, se celebró por primera vez en 1703, y el desfile más icónico, el de Nueva Orleans, comenzó en 1837.
Carnaval en México
En nuestro país la pluralidad cultural tiene como consecuencia una gran diversidad en las formas, elementos y carácter del carnaval, encontrándose poca uniformidad al respecto.
En las urbes de nuestra república el carnaval imita los elementos que a nivel mundial gozan de determinado prestigio, tales como los desfiles de comparsas y disfrazados, los carros alegóricos, los combates de flores, la elección de una reina , de un rey feo, etc. Carnavales de este tipo tenemos en ciudades como Veracruz, Mazatlán, Guaymas, Acapulco, Manzanillo, Mérida, Campeche y Villahermosa, entre otras.
En cambio, en las comunidades indígenas, campesinas o rurales, tiene la celebración de carnaval un sello especial, a veces ritual, que difícilmente es localizable en las ciudades. Esto podemos observarlo, si reparamos en algunos aspectos de esta festividad entre los totonacas de la parte norte de la Sierra de Puebla y entre los indígenas de los Altos de Chiapas principalmente.
Fuentes: CNN español y
www.gob.mx