Durante la misa de exequias de los sacerdotes jesuitas asesinado la semana pasada y cuyos cuerpos estuvieron por unas horas desaparecidos, el Padre Javier Ávila, de la misma orden que los finados, demandó al presidente López Obrador revisar la estrategia en materia de seguridad.
Luego, atendiendo la línea central de la misma, el clérigo acomodó la frase contundente: “los abrazos ya no alcanzan para detener los balazos” dijo en un ambiente marcado por la indignación, la desesperación, la tristeza y la indignación.
Estamos nuevamente ante un evento que sacude a la sociedad mexicana; uno más que se suma a la evidente presencia del crimen organizado por todo el territorio y ante lo que el Estado no ha tenido una respuesta eficiente.
Uno más que se suma al desarticulado operativo en el que se detuvo y luego se dejó ir a Ovidio Guzmán.
Una estrategia que tampoco ha logrado hacer frente a los feminicidios y homicidios dolosos contra las féminas pues recordemos como el 2021 se ubica hasta el momento como el año más violento para las mujeres con 3750 víctimas de ambos delitos.
Tan no están dando resultados los abrazos, que el actual se perfila para ser el sexenio más violento de la historia pues ya se han registrado más de 121 650 homicidios dolosos y feminicidios con lo que se supera las muertes violentas del período de Felipe Calderón y no le falta mucho para igualar y con la tendencia que lleva, superar lo registrado en la administración de Peña Nieto.
Estrategia fallida que con la muerte de Debhani Escobar vino a restregarnos la triste realidad en la que viven cientos de familias que padecen la desaparición de algunx de sus integrantes.
Un país en el que las fosas clandestinas y verdaderos hornos crematorios entre el monte donde buscan desaparecer los restos de las víctimas.
Donde diez cuerpos aparecen colgados en un puente en Zacatecas, otros son masacrados por fuera de un velatorio en Michoacán a plena luz del día o seis cabezas humanas que son dejadas en un auto en Guerrero y el asesinato de 7 sacerdotes en lo que va del sexenio son hechos que, entre otros, vienen a evidenciar que no está resultando la estrategia.
Pero no va a cambiar, así se ha encargado de reiterarlo el propio Presidente a través de sus discursos y de sus voceros. Esa es su idea, esa es su determinación y difícilmente se le va a convencer de lo contrario.
Así que atendiendo la pregunta de inicio que da título a esta columna ¿Servirá de algo el sermón?, creo que no será de utilidad para hacer dar un viraje en la política de seguridad pero quizá para lo que sirva es para poner más atención a la realidad en la que vivimos…quizá.