Octubre rosa, el mes de la prevención del cáncer de mama, esa enfermedad que, aunque no es privativa de mujeres, sí es a ellas a las que más afecta; por eso se habla tanto de la autoexploración, para una prevención a tiempo que puede dar como resultado quedarse fuera de las estadísticas que ponen a este mal como el segundo cáncer más común de mundo y la segunda causa de muerte en regiones más desarrolladas.
En Sonora, del 2014 a la fecha más de 300 mujeres, que en su mayoría gracias a la autoexploración detectaron a tiempo este mal, hoy son sobrevivientes del cáncer de mama; ellas han sido atendidas en el “Programa de entrenamiento muscular en mujeres supervivientes al cáncer de mama” que ofrece el Departamento de Ciencias del Deporte y Actividad física de la Universidad de Sonora.
Ena Montserrat Romero Pérez, doctorada en Ciencias de la Actividad física y del Ejercicio, inició este proyecto en 2014, al retomarlo de la Universidad León, de España, bajo la coordinación del cientifico José Antonio de Paz Fernández, del Departamento de Ciencias Biomédicas.
El objetivo, aclaró, ha sido no sólo dar una atención física a estas mujeres supervivientes, también psicológica, ya que este ejercicio les permite una descarga de inquietudes, ansiedades, miedos y mantenerse activas
“Es un ejercicio prescrito a que son sobrevivientes a una enfermedad con efectos devastadores, como es el cáncer de mama, del cual sabemos de la alta prevalencia que hay en México; sabemos que es uno de los estados (Sonora) con mayor prevalencia y, curiosamente, además de ser un estado con un mayor número de casos, se tiene un índice muy alto de mortalidad”, explicó.
La académica de la Licenciatura en Cultura Física y Deporte detalló que está comprobado que el ejercicio tiene beneficios protectores y un efecto rehabilitador; y, al ser los tratamientos muy agresivos, como la quimioterapia y la cirugía, es que hay secuelas como un índice elevado de fatiga y dolor crónico, que lleva a afectar las actividades de la vida diaria y, en ocasiones, hasta su suspensión total por impedimento físico o temor.
“La afectación más evidente es el miedo a movilizar sus miembros superiores, que lleva a una pérdida de fuerza al grado de no peinarse, tender su cama, moverse, vestirse. El entrenamiento de fuerza es individualizado, se evalúa su condición física, médica, se le elabora un programa específico de acuerdo con las condiciones de cada paciente, será el mismo tipo de ejercicio, pero con cargas diferentes” explicó.
La contingencia sanitaria afectó este programa, y más porque al ser las supervivientes de cáncer una población de alto riesgo ante el covid-19, esto llevó a parar su atención presencial; sin embargo, sigue la atención en línea y comienzan a acudir a las instalaciones del Gimnasio de la Universidad en horario y días no consecutivos.
“Como tenemos muy buenos compañeros, entrenadores, miembros aquí del departamento que trabajan con ellas diariamente, pues lo único que se nos ocurrió fue utilizar la tecnología, las redes y así como con nuestros alumnos enviarles un programa que pudieran realizar ellas en casa para que no perdieran ese vínculo con el ejercicio y con el programa en sí”, platicó.
Se recomienda que para iniciar con los ejercicios haya pasado un año de la cirugía; sin embargo, bajo aprobación médica hay mujeres que han iniciado a los seis meses, reconoció que practicar ejercicio de fuerza es otro tabú porque, al estar recién intervenidas quirúrgicamente, el médico les dice que no carguen, así que el trabajo de fuerza que manejen puede ser desplazar equipos, no cargar, y antes de todo plan se evalúa la condición de fuerza máxima que pueden soportar.
Este programa consta inicialmente de una valoración física, sigue la evaluación psicológica, la mejora en la calidad de vida, autoestima, superar estados de depresión y ansiedad; las supervivientes se encuentran en un espacio cómodo, seguro, con iguales, lo que les permite sentirse libres, por lo que la profesora agradeció el apoyo brindado por la Universidad para poder contar con espacios y horarios exclusivos para este programa.
“Nos ha permitido un espacio en ese horario exclusivo para ellas, porque hay veces que les cuesta mostrarse con su turbante, pelucas, en ropa deportiva; en cambio se muestran con libertad, relajadas, no se sienten juzgadas, conviven con iguales; la universidad ha sido sensible en permitirnos que estén solas entrenando en ese horario”, dijo.
La media de las mujeres que se han atendido en estos siete años se encuentra en un rango de edad de 50-65 años; empero, se cuenta con pacientes desde los 24 años y hasta los 85 años.
Romero López informó que actualmente están activas en el programa 45 mujeres en la Unidad Regional Centro y 30 en la norte.
Para acceder a este programa, pueden comunicarse vía correo con la profesora en [email protected] o al celular 6622 00 04 31 o por la página en Facebook Programa de Ejercicios de Fuerza en Pacientes con Cáncer de mama.