El dolor crónico afecta las emociones de una persona alterando la química cerebral

Los científicos han encontrado un vínculo entre el dolor crónico y el nivel de dos importantes neurotransmisores en el cerebro. Estas sustancias proporcionan la conducción de señales entre neuronas. Los cambios en su concentración pueden explicar por qué las personas con dolor crónico tienen dificultades para regular las emociones negativas.

No es sorprendente que muchas personas con dolor crónico desarrollen síntomas de ansiedad y depresión con el tiempo. Es realmente difícil soportar el dolor a largo plazo, bajo su influencia las personas se vuelven irritables y hoscas.

El dolor crónico puede cambiar nuestra forma de ser

El dolor crónico es más que sensaciones horribles. Puede afectar nuestros sentimientos, creencias y comportamiento. Descubrimos por primera vez que el dolor continuo está asociado con una disminución de GABA, un neurotransmisor inhibitorio en la corteza prefrontal medial.

La disminución de GABA puede ser el problema

El estudio involucró a 24 voluntarios con dolor crónico y 24 personas que nunca habían sufrido dolor crónico. Los científicos midieron los niveles de GABA (ácido gamma-aminobutírico) en la corteza prefrontal medial de su cerebro.

Independientemente del tipo de dolor crónico, todos los participantes que padecían esta afección tenían niveles reducidos de GABA.

La disminución de GABA sugiere que las células cerebrales ya no pueden transmitirse señales entre sí con normalidad. Cuando se reduce el nivel de este neurotransmisor, nuestras acciones, emociones y pensamientos se vuelven excesivos.

En uno de sus estudios anteriores, los científicos encontraron que el dolor crónico en la misma área del cerebro de los pacientes reduce el nivel de otro neurotransmisor importante: el glutamato ( ácido glutámico ). Esto conduce a un aumento de los sentimientos de miedo y ansiedad.

Los autores señalan que su estudio no correlaciona directamente el desequilibrio de neurotransmisores con el dolor crónico. Sin embargo, los investigadores tienen una hipótesis sobre qué mecanismo podría estar detrás de este fenómeno.

Todo comienza con el estrés

Cuando alguien tiene dolor, sus niveles de hormonas del estrés, como el cortisol, aumentan, lo que puede causar aumentos drásticos en los niveles de glutamato. Esto ocurre durante la etapa inicial y aguda del dolor.

Es posible que las células inmunitarias (microglía) de algunas áreas del cerebro “intenten” corregir este desequilibrio más adelante. Pero el dolor continúa apareciendo, se producen hormonas y, con el tiempo, esto conduce a interrupciones a largo plazo en el trabajo de los neurotransmisores clave responsables de la regulación del comportamiento emocional.

La tendencia a tener emociones más negativas

Como resultado de todo este “trastorno”, una persona puede perder por completo la capacidad de sentir emociones positivas. Y en este caso, se vuelve extremadamente difícil restaurarlo.

Los científicos recomiendan que las personas que sufren de dolor crónico se sometan a una terapia que les ayude a aprender a manejar las emociones negativas.

El cerebro humano es un órgano complejo, mutable y capaz de aprender

Esta capacidad del cerebro para cambiar también se llama neuroplasticidad. Por lo tanto, donde la farmacología aún es impotente, el estudio de las técnicas psicológicas ayudará a hacer frente a las consecuencias de la enfermedad.

El estudio fue publicado en la revista científica European Journal of Pain.

 

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